¡Ay de ustedes, los que viven tranquilos en Sión! ¡Ay de ustedes, los que viven confiados en el monte de Samaria! ¡Ustedes, que son la gente notable e importante entre las naciones, y a quienes acude la casa de Israel! [..]. Ustedes duermen en camas de marfil, y reposan sobre sus divanes; se alimentan con los corderos del rebaño y con los novillos que sacan del engordadero; gorjean al son de la flauta y, como si fueran David, inventan instrumentos musicales; beben vino en grandes copas y se perfuman con las mejores fragancias, ¡pero nada les importa que José se halle en el desastre! Por eso, van a encabezar a los que marchan al exilio. ¡Ha llegado el fin de tantos festines!
Amós 6:1, 4-7
En este pasaje, los malhechores no están haciendo mucho de nada. No parecen estar causando mucho daño, no están moliendo las caras de los pobres ni vendiendo a los necesitados por un par de zapatos, ni siquiera están adorando ídolos, al menos en este pasaje. Solo están… viviendo, pasándola bien. Y ese es el problema: «nada les importa que José se halle en el desastre» (todas las cosas horribles que les están pasando a quienes los rodean). «No es asunto mío», dicen, y se dan la vuelta. Y entonces, Dios los pone en primer lugar en la fila para perder sus hogares e ir al exilio, lejos del estilo de vida que aman.
Es un poco duro, ¿no? Pero Jesús se hace eco de ese juicio cuando dice: «¡Apártense de mí, malditos! ¡Vayan al fuego eterno…! Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; fui forastero, y no me recibieron; estuve desnudo, y no me cubrieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no me visitaron» (Mateo 25:41b-43). No es suficiente no hacer daño; Dios nos llama a hacer activamente lo que es bueno.
Entonces, ¿qué debo hacer? ¿Cómo puedo saber qué es bueno y qué no lo es? ¿Dónde puedo encontrar el tiempo, la energía o el dinero para hacer estas cosas? El único lugar para encontrar respuestas es en Jesús. 1 Corintios 1:24b dice que «Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios».
Y no es ninguna sorpresa, ¿verdad? Porque nuestro Dios es un Dios activo, un Dios que interviene, que se involucra. Cuando nos vio en problemas, arruinados bajo el poder de la muerte y el mal, Dios no dudó, sino que vino a nuestro mundo como uno de nosotros en Jesucristo, nuestro salvador. Jesús dedicó su vida a cuidar a las personas: enseñando, predicando, sanando, alimentando… y lo coronó todo cuando entregó su vida en la cruz para liberarnos del mal y convertirnos en hijos de Dios. Y luego resucitó de entre los muertos con poder, poder para resucitarnos a una nueva vida, dándonos corazones llenos de amor por los demás. Él actúa por nosotros, y ahora actúa a través de nosotros para los demás.
ORACIÓN: Señor Espíritu Santo, ayúdame a confiar en Jesús y seguirlo en el amor activo hacia los demás. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* Habla de una vez que alguien hizo algo pequeño que marcó una gran diferencia para ti.
* ¿Cuál es la conexión entre lo que Jesús hace por ti y lo que tú haces por los demás?
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