Pero esto quiero decirles en el nombre del Señor, y en esto quiero insistir: no vivan ya como la gente sin Dios, que vive de acuerdo a su mente vacía. Esa gente tiene el entendimiento entenebrecido; por causa de la ignorancia que hay en ellos, y por la dureza de su corazón, viven ajenos de la vida que proviene de Dios. Después de que perdieron toda sensibilidad, se entregaron al libertinaje para cometer con avidez toda clase de impureza. Pero eso no lo aprendieron ustedes de Cristo, si es que en verdad oyeron su mensaje y fueron enseñados por él, de acuerdo con la verdad que está en Jesús. En cuanto a su pasada manera de vivir, despójense de su vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; renuévense en el espíritu de su mente, y revístanse de la nueva naturaleza, creada en conformidad con Dios en la justicia y santidad de la verdad. […] Vivan en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda y sacrificio a Dios, de aroma fragante.
Efesios 4: 17-24, 5: 2
Parece que algunos en la iglesia de Éfeso estaban luchando en su caminar cristiano. El apóstol Pablo aquí está hablando a aquellos que han aprendido de Cristo y se les enseñó la verdad en Jesús para despojarse del viejo yo, pero que, al parecer, han vuelto a su pasada manera de vivir. Nos suena conocido, ¿no?
¿Cuántas veces buscamos hacer lo correcto solo para volver a caer en el pecado? Pablo sabía que esto ocurría con los creyentes a quienes instruía en la fe. Aquí, y en otros lugares (ver 1 Corintios 15:58; Colosenses 3: 14-15; 1 Timoteo 4:12), Pablo anima a los fieles a llevar vidas de amor y servicio a Dios y a los demás, y a permanecer firmes en su compromiso a Dios.
Pablo estaba muy consciente de lo difícil que es poner en práctica diaria las enseñanzas de Cristo. Sí, debemos ser sinceros. Habrá días en los que el sol se pondrá y nuestra ira seguirá ardiendo, pero debemos controlarla, no sea que el enemigo se aproveche. Aunque queramos hablar con dureza y lastimar, debemos resistir ese impulso y, en cambio, construir con nuestras palabras, edificando y animando a quienes nos rodean (ver Efesios 4: 25-29). Si tan sólo pudiéramos recordar, no somos quienes éramos: el viejo yo está muerto; mediante la fe en Cristo somos nuevos ahora, con una naturaleza «creada en conformidad con Dios en la justicia y santidad de la verdad».
Y como dice Pablo en otra parte: «De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo!» (2 Corintios 5:17). Y qué manera más inteligente de poner en práctica esta verdad que convertirse en «imitadores de Dios, como hijos amados». Cuando tambaleamos y queremos pecar, Pablo nos recuerda que debemos enfocarnos en Cristo y su cruz. Jesús nos dio a ti y a mí el máximo ejemplo entregándose a sí mismo por nosotros, «como ofrenda y sacrificio a Dios, de aroma fragante», y luego resucitando en victoria.
Entonces, cuando las tentaciones sean fuertes, ora, resiste y mira a Jesús y la vida que vivió, y pide la ayuda del Espíritu Santo para convertirte en un imitador de Dios.
ORACIÓN: Padre celestial, llénanos con tu Espíritu Santo para que todos seamos más como Jesús. En su Nombre oramos. Amén.
Paul Schreiber
Para reflexionar:
* ¿Cómo abandonas los malos hábitos?
* ¿Qué es lo más difícil que tienes que hacer para ser un imitador de Dios?
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