Así como la lluvia y la nieve caen de los cielos, y no vuelven allá, sino que riegan la tierra y la hacen germinar y producir, con lo que dan semilla para el que siembra y pan para el que come, así también mi palabra, cuando sale de mi boca, no vuelve a mí vacía, sino que hace todo lo que yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié.
Isaías 55:10-11
«Eso fue una pérdida de tiempo», pensé al terminar de leer un capítulo realmente oscuro de Isaías a mi familia, y luego me sentí culpable por pensar tal cosa. Estábamos tratando con versos como: «Por eso Moab aullará; todo Moab gemirá y será en gran manera abatida por causa de las tortas de uvas pasas de Quir Jaréset» (Isaías 16:7). ¡Trate de explicárselo a su hijo!
Sospecho que muchos sienten lo mismo al leer la Biblia, ya sea en casa o en la iglesia. Hay pasajes que no entendemos, a menudo porque no hemos leído el resto del libro y, por lo tanto, no sabemos lo que realmente está sucediendo. Lleva tiempo y paciencia familiarizarse con la Biblia, y con demasiada frecuencia no queremos dedicarle ese tiempo. Queremos resultados instantáneos, nos frustramos cuando no los conseguimos y luego nos sentimos culpables y queremos leer y escuchar aún menos. Es un círculo vicioso.
Dios nos aleja de tal desastre mental y nos da una imagen diferente de cómo funciona Su Palabra: es como la lluvia y la nieve que riegan la tierra, la cual finalmente produce el pan que comemos. Se necesita mucha lluvia y nieve para producir una cosecha, y a menudo no parece que esté haciendo mucho. Tu exposición a la Palabra de Dios puede ser igual: la sigues escuchando, la lees, pero ¿qué impacto tiene en tu vida? No puedes verlo… hasta más adelante, cuando realmente lo necesitas, y el Espíritu Santo lo trae a tu memoria.
Dios nos da una promesa en la que podemos confiar: «Mi Palabra… no vuelve a mí vacía, sino que hace todo lo que yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié». Dios usa su Palabra para dar forma a nuestra vida. Después de todo, ¡Él ya lo ha hecho! Fue a través de su Palabra que fuiste bautizado, y fue también a través de su Palabra que llegaste a conocer y confiar en Jesús como tu Salvador, quien sufrió, murió y resucitó de entre los muertos por ti. Confía entonces en que Dios va a usar su Palabra en tu vida en el futuro.
ORACIÓN: Padre, gracias por el regalo de tu palabra. En Jesús. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Cuál es tu parte favorita de la Biblia? ¿Por qué?
2.- ¿Recuerdas algún momento en que Dios usó su Palabra para ayudarte, fortalecerte, consolarte o guiarte?
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