«¡Ya viene el día, candente como un horno! En ese día, todos los soberbios y todos los malhechores serán como estopa, y serán consumidos hasta las raíces. ¡No quedará de ellos ni una rama! Lo digo yo, el Señor de los ejércitos».
Pero para ustedes, los que temen mi nombre, brillará un sol de justicia que les traerá salvación. Entonces ustedes saltarán de alegría, como los becerros cuando se apartan de la manada. El día que yo actúe, ustedes aplastarán a los malvados hasta convertirlos en ceniza debajo de sus pies. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos.
Malaquías 4:1-3
No soy granjera, pero algunos de los mejores videos que he visto son los que muestran animales de granja saliendo de sus graneros en primavera por primera vez. Los terneros saltan y saltan; parecen niños que salen de la escuela. Corren sobre la hierba nueva, tan felices que no puedes evitar reírte al verlos.
Esta es la imagen que Dios nos da de cómo será cuando Jesús regrese. Él nos dice: «los que temen mi nombre […] saltarán de alegría, como los becerros cuando se apartan de la manada. El día que yo actúe, ustedes aplastarán a los malvados hasta convertirlos en ceniza debajo de sus pies».
Un momento, ¿qué es todo eso de pisotear a los malvados? ¿hacerlos cenizas?, ¿qué? Quizá ya no nos sintamos tan felices.
Pero eso es un error en nuestra perspectiva. Como cristianos, somos conscientes de que somos pecadores; tenemos el hábito de la autoevaluación. Entonces, cuando pensamos en el juicio de Dios, automáticamente nos ponemos en el lugar de los malvados. Y tenemos miedo cuando leemos pasajes como este.
Intentemos reajustar nuestro punto de vista. Piensa en un momento de tu vida en el que fuiste severamente maltratado, no solo una vez, sino una y otra vez, por alguien que realmente no tenía excusa para lo que te hizo. (¡Si no puedes recordar un momento así, dale gracias a Dios!). Tu vida era pesada. No podías ver el final de esa situación. De hecho, quizá estabas bastante seguro de que no sobrevivirías.
Y luego, de repente, milagrosamente, el Señor viene y te libera. ¿No te dan ganas de bailar? ¿No te regocijarías al ver que Dios detiene a los que te están haciendo daño y te quita la carga que has llevado durante tanto tiempo?
Esta es la promesa que Dios le hace a su pueblo: que cuando Jesús regrese, toda maldad y todos los malhechores serán cesados por completo. Sacará la basura, si puedo usar esa metáfora. No habrá más sufrimiento en el reino de Dios. Y aquellos que causan sufrimiento y se niegan a arrepentirse también se irán. Jesús es nuestro sol de justicia, y Él trae sanidad en sus alas. Estaremos en paz por fin.
Aunque todavía estemos sufriendo injusticias en este mundo, podemos esperar ese día con confianza. El mismo Dios que murió en una cruz para rescatarnos del poder del mal ha prometido que un día veremos su victoria completa. El mismo Jesús que resucitó de entre los muertos también nos resucitará a nosotros, y viviremos con Él en gozo y paz para siempre.
ORACIÓN: Señor, ayúdame cuando sufro. Espero tu venida. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* Cuando piensas en el Último Día, ¿qué sentimientos tienes?
* ¿En qué ocasiones te ha ayudado Jesús a sobrevivir al sufrimiento?
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