También vi que otro ángel venía por donde sale el sol. Tenía el sello del Dios vivo, y con grandes voces llamaba a los cuatro ángeles, los cuales habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar. Les dijo: «No dañen a la tierra, ni al mar ni a los árboles, hasta que a los siervos de nuestro Dios les hayamos puesto un sello en la frente»… Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero».
Apocalipsis 7:2-3, 9-10
¿Has visto alguna vez un sello? La mayoría de nosotros tenemos un sello impreso en algún documento oficial: el certificado de nacimiento o de bautismo, la licencia de matrimonio, la escritura de la casa, etc. Ese sello es la marca que oficializa el documento. Es lo que indica que la autoridad apropiada ha visto el papeleo y que todo es verdadero y correcto.
En los días de Jesús, un sello podía usarse como signo de propiedad: quien quería marcar algo como propio, ponía un poco de arcilla o cera y grababa allí su sello. Era el equivalente a nuestra firma hoy en día.
Pero algunas veces, el sello tenía un mensaje adicional, como cuando las autoridades sellaron la roca que cubría la entrada a la tumba de Jesús. El mensaje aquí fue muy específico: «Este es nuestro asunto. No te metas con esto».
En este pasaje de Apocalipsis, tenemos a un ángel gritando una advertencia a los otros ángeles que están a punto de causar un daño grave a la tierra. Él dice: «No dañen a la tierra, ni al mar ni a los árboles, hasta que a los siervos de nuestro Dios les hayamos puesto un sello en la frente». ¿Cuál es el mensaje aquí? Dios está diciendo: «Estas personas son mías. ¡No te metas con ellos!».
Y ese es el sello que Dios te ha puesto en tu bautismo, ¿no es así? Cuando fuiste bautizado, fue como si Dios firmara su nombre en ti: «Eres mío». Es como estar sellado en la frente: «Esta persona es asunto Mío. ¡Que nadie intente dañar a este hijo Mío!».
Dios te ha marcado, sellado, firmado como suyo. ¿Por qué? Porque Jesús te rescató de la muerte a costa de su propia vida. Él te libró del poder del diablo ahora y para siempre. Y porque ha resucitado de entre los muertos, vive para mantenerte a salvo. Nunca serás destruido. Eres Suyo. Y al final, lo verás cara a cara.
ORACIÓN: Querido Señor, gracias por marcarme como tuyo. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Cuánto sabes de tu bautismo?
2.- ¿Qué significa para ti tu bautismo?
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