»Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo crea que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
»Padre, quiero que donde yo estoy también estén conmigo aquellos que me has dado, para que vean mi gloria, la cual me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han reconocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y aún lo daré a conocer, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo en ellos».
Juan 17:20-26
¿Qué haces cuando hay en tu círculo cercano un cristiano igual que tú a quien absolutamente no soportas?
En mi caso, sé que se supone que debo mostrarle amor, ¡pero es tan difícil! ¿Cómo se supone que ame a esa persona? Hace cosas que me parecen terribles, tiene opiniones horribles, su voz me irrita; su comportamiento es odioso. Aunque sea cristiano, no lo soporto. ¿Cómo puedo ser «uno» con alguien que me hace querer salir huyendo a penas lo veo?
Cuando me pasa algo así, pienso en la oración de Jesús en este pasaje cuando le pide al Padre que nos ayude. Jesús sabe perfectamente que vivir juntos en amor no es nuestro estado natural. No nos resulta fácil. De hecho, la única forma en que es posible es si el Espíritu Santo vive en nosotros, viviendo la vida de Jesús a través de nosotros. Por nuestra propia cuenta, no lograremos nada. Tenemos que apoyarnos en Él.
Entonces, cuando me sucede algo así, le pido al Espíritu Santo que me ayude. Y luego recuerdo que, por difícil que sea imaginarlo, Jesús ama a esa persona tanto como me ama a mí. Esa persona es alguien por quien Él sufrió y murió, sí, y resucitó. Y Jesús quiere que trate a esa persona con amor. Eso lo hace feliz. Y yo amo a Jesús. ¡Haría cosas peores que esta por la gente a quien amo!
La verdad es que esto no es algo fácil de hacer. Pero cuando Jesús vive dentro de nosotros, podemos entregarle el volante. Podemos decirle: «Señor, no puedo hacer esto. Por favor, ama a esta persona a través de mí». Y él lo hará. Si Él pudo soportar el sufrimiento, la muerte y la resurrección para salvarnos a todos los seres humanos, por odiosos que seamos, ciertamente puede ayudarnos a aprender a cuidarnos unos a otros. ¡Él todavía sigue haciendo milagros!
ORACIÓN: Querido Señor, tú me has amado a mí. Ahora, por favor, ama a los demás a través de mí, especialmente a los que me cuesta amar. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Conoces a alguien a quien te cuesta amar? ¡No me digas su nombre!
* ¿Cómo te ha ayudado Dios a tratar con esa persona?
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