«Procura con diligencia presentarte ante Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que usa bien la palabra de verdad».
2 Timoteo 2:15
Hace unos años, los rompecabezas tridimensionales destinados a adultos con mentalidad mecánica, inundaron el mercado. Pero las instrucciones que traían a veces eran tan desconcertantes como los mismos rompecabezas.
Lo difícil era tratar de entender las instrucciones. Los rompecabezas se hicieron en el Lejano Oriente y las instrucciones se imprimieron en un inglés impecable. Sin embargo, la lógica de estas instrucciones reveló una clara brecha de comunicación cultural entre el autor en Tokio y sus lectores en Peoria.
Nos puede suceder lo mismo cuando leemos las Escrituras. Se insta a los cristianos a leer la Biblia todos los días, pues Dios dejó a nuestra disposición el poder y belleza de su Palabra. Sin embargo, no siempre se nos dan instrucciones claras sobre cómo aprovechar al máximo el estudio bíblico personal.
Quizás ya hayas encontrado un buen método, pero si no es así, me gustaría compartir un proceso que me ha sido útil para escuchar a Cristo hablar desde su Palabra. Mi oración es que el Espíritu Santo de Dios te lleve también a una comunión más profunda con él, para que así puedas conocer y amar a Dios el Padre y a Jesucristo, a quien él ha enviado (ver Juan 17:3).
Paso 1. Ora, confiando en la promesa de Jesús que el Espíritu Santo te «guiará a toda la verdad» (Juan 16: 13b). Pídele que calme tu mente y prepare tu corazón mientras te muestra lo que quiere que pongas en práctica en tu vida.
Paso 2. Lee detenidamente los pasajes de la Biblia que estás estudiando. Si tienes herramientas de ayuda para el estudio de la Biblia (diccionario, concordancia), úsalas para profundizar. Continúa orando por la guía de Dios mientras lees.
Paso 3. Cuando la Palabra de Dios te muestre una promesa o una palabra de aliento, o te convenza de algo que necesitas abordar en tu vida, detente. Anótalo en el margen y agrégalo a tu lista de oración.
Paso 4. Ora por lo que has leído y agradece al Señor Jesús. Pídele su ayuda. Confiesa tu pecado. Recibe su gracia y perdón. Responde de la forma que lo requiera el texto.
Hay mucho que ganar al sumergirse en la Palabra de Dios y nadar profundamente en sus aguas refrescantes. Cuando soy constante y hago esto con regularidad, siempre soy bendecido de maneras maravillosas e inesperadas. Aprendo de un Dios que me ha creado, me ha redimido mediante la sangre de Jesucristo y me llama cada día a una eternidad con Él.
En respuesta a esta bendición, le hablo a Dios desde mi corazón y él me habla a mi. Él nos ha dado todas las cosas y nos invita a aprender más acerca de Él en su gloriosa Palabra.
ORACIÓN: Padre celestial, enséñanos a ser buenos estudiantes de tu Palabra. En el nombre de Jesús. Amén.
The Lutheran Layman, 1979, Jane Fryar.
Título original: «Un éxito de venta para tu lectura de verano».
Para reflexionar:
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Editado por CPTLN – Chile / MGH
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