Enseguida, hizo que sus discípulos subieran a la barca y que se adelantaran a la otra orilla, a Betsaida, mientras que él despedía a la multitud, pero después de despedirlos se fue al monte a orar.
Cuando llegó la noche, la barca ya estaba a la mitad del lago, y Jesús estaba en tierra solo; pero cerca del amanecer fue hacia ellos caminando sobre las aguas, pues los vio remar con mucha dificultad porque tenían el viento en contra. Hizo el intento de pasar de largo, pero ellos, al verlo caminar sobre las aguas, pensaron que era un fantasma y comenzaron a gritar, pues todos lo vieron y se asustaron. Pero él enseguida habló con ellos y les dijo: «¡Ánimo! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!».
Marcos 6:45-50
Había sido un duro y largo día de enseñanzas y milagros. Ya era hora de que Jesús se tomara un descanso. Pero en lugar de subirse al bote con sus discípulos, Jesús se quedó atrás. Los envió adelante solos, al otro lado del mar de Galilea.
Me pregunto qué pensaron los discípulos. ¿Estaba Jesús planeando caminar por la orilla del mar para encontrarse con ellos más tarde? Sería un viaje muy largo. ¿O tal vez tenía la intención de dar un paseo en otro bote? Eso sería poco probable, ya que estaba cayendo la noche.
Aun así, hicieron lo que Jesús les dijo. Subieron a la barca y partieron, dejando a Jesús solo. Y Jesús subió a una montaña a orar.
Me pregunto si se arrepintieron de haber dejado a Jesús atrás, cuando vieron que se levantó la tormenta. No podían avanzar, ya que el viento y las olas estaban en contra de ellos. A medida que pasaban las horas, se asustaron y se agotaron. Apuesto a que echaron mucho de menos a Jesús en ese momento.
Yo lo echo de menos, cada vez que Jesús me envía a algún período de mi vida en el que el futuro parece oscuro y no puedo sentir la presencia de Dios. Cuando llegan momentos como ese, hacemos lo que nos toca hacer, ya sea cuidar a un paciente con cáncer, vivir un divorcio o buscar un nuevo trabajo. Pero los tiempos oscuros son más difíciles cuando no podemos sentir la presencia de Jesús. Incluso podemos sentirnos tentados a pensar que Él no está allí, que Dios se ha olvidado de nosotros.
Aunque los discípulos no lo sabían, Jesús los estaba mirando. Podía ver que estaban en problemas. Pero en un momento, en la parte más oscura de la noche, Jesús vino a ellos caminando sobre el agua. La oscuridad y la distancia no eran barreras para él. Aunque no lo sentían así, los discípulos nunca habían estado realmente solos.
Nosotros también tenemos esta promesa. Jesús nos dice: «No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes» (Juan 14:18). Aunque nos sintamos desamparados, Dios tiene sus ojos puestos en nosotros. Aquél que te ama y caminó por la muerte y la resurrección por ti no te abandonará ahora. Él te está cuidando y vendrá a ti. Y nada puede detener su poder o su amor.
ORACIÓN: Cuando sienta que estoy completamente solo, Señor, por favor, mírame y ven a mí. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Has viajado alguna vez en barco? ¿Cuándo y dónde?
* ¿Cuándo te has sentido más solo en tu vida?
© Copyright 2021 Cristo Para Todas Las Naciones
Suscríbete y recibe el devocional diariamente en tu e-mail: