Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores. Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies».
Mateo 9:35-38
¿Quién merece ser atendido? Esta es una pregunta que respondo cada vez que ayudo a alguien a completar la solicitud de seguro médico, un formulario de Seguro Social, o una solicitud de trabajo. Casi siempre es un gran dolor de cabeza completar esos formularios, donde hacen todo tipo de preguntas.
Y cada vez que ayudo a alguien a completar estos formularios, me preocupo. Conozco a la gente. Por lo general son pobres, a menudo ancianos, y realmente necesitan ayuda. Pero también sé que si no cumplen con todas las especificaciones de ese formulario, no recibirán ayuda. Quizás son demasiado viejos, o quizás demasiado jóvenes. Quizás no tienen la ciudadanía. Quizás ganan demasiado dinero o tienen demasiadas o muy pocas personas en sus familias. ¡A veces no mueren lo suficientemente rápido!
Es por eso que la lectura de la Biblia para hoy es reconfortante. Dice: «Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor». «Desamparadas e indefensas», ¡con esa frase me puedo identificar! Definitivamente estoy acosada e indefensa la mayor parte del tiempo. También lo son las personas que me importan. Y sospecho que tú también.
¿Cómo calificamos para el cuidado y la compasión de Jesús? Simplemente por necesitarlo. Jesús no busca otras calificaciones en nosotros. Como lo necesitamos, él deja atrás su trono celestial y nace en un humilde establo, llorando en un pesebre. Como somos hostigados por los poderes del mal, el pecado y el diablo, Jesús viene a luchar por nosotros, a ganar la guerra que ninguno de nosotros podría ganar por nuestra cuenta. Estamos indefensos, y por eso Jesús sufre, muere y resucita: para darnos la vida eterna como hijos de Dios. Estamos necesitados, y el Señor suple todas nuestras necesidades de su propia plenitud, «gracia sobre gracia» (Juan 1:16b). El cuidado de Jesús es para ti.
ORACIÓN: Querido Señor, gracias por cuidarme. Ayúdame a cuidar a los demás. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Cuándo fue la última vez que te has sentido acosado o indefenso?
2.- ¿Crees que debes cumplir con ciertos requisitos para recibir los cuidados de Dios? ¿Por qué sí o por qué no?
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