¡Cuán bueno es alabarte, Señor! Bueno es, Altísimo, cantar salmos a tu nombre, anunciar tu misericordia por la mañana, y tu fidelidad todas las noches, en el decacordio y en el salterio, y con tono suave en el arpa…
Los justos florecerán como las palmeras; crecerán como los cedros del Líbano. Serán plantados en la casa del Señor, y florecerán en los atrios de nuestro Dios. Aun en su vejez darán frutos y se mantendrán sanos y vigorosos.
(Salmo 92:1-3, 12-14)
¿Dónde encuentra reposo tu alma? Esta lectura me hace suspirar y romper en alabanza. Mi alma encuentra reposo al cantar salmos al nombre de nuestro Dios, al anunciar su misericordia por la mañana y su fidelidad todas las noches, al recordar sus promesas.
El Salmo 92 habla de la importancia de alabar a Dios y reconocer su fidelidad. Es un cántico para el día de reposo. El salmista nos recuerda que podemos disfrutar del regalo de alabar a Dios en todo momento, desde la mañana hasta la noche, y reconocer su amor y fidelidad en nuestra vida (versículos 1-3).
El salmo continúa hablando de cómo Dios nos ayuda a crecer y a florecer en nuestra fe en los versículos 12-14, incluso cuando enfrentamos dificultades o tiempos difíciles.
Y tú, ¿qué cantas en el día de reposo?, ¿qué canta tu alma cuando está alegre?, ¿qué canta cuando está atribulada o triste?
Al leer este salmo, mi corazón canta. Puedo reconocer el amor de Dios y su presencia en mi vida. Es verdaderamente un cántico de reposo. En Cristo podemos alabar a Dios y reconocer su fidelidad en todo tiempo. En él encontramos consuelo y fuerza, gozo y alegría.
Amado Padre, te damos gracias por tu amor y fidelidad. Ayúdanos a alabarte en todo momento y a confiar en tu presencia en nuestras vidas. Ayúdanos a crecer y a florecer en nuestra fe en todo momento. En el nombre de Jesús, amén.
Diaconisa Noemí Guerra
Para reflexionar:
* ¿De qué formas puedes alabar a Dios, incluso en los tiempos difíciles?
* ¿Cómo puedes confiar en la fidelidad de Dios para ayudarte a crecer y florecer en tu fe?
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