Hermanos, no queremos que ustedes se queden sin saber lo que pasará con los que ya han muerto, ni que se pongan tristes, como los que no tienen esperanza. Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios levantará con Jesús a los que murieron en él. Les decimos esto como una enseñanza del Señor: Nosotros, los que vivimos, los que habremos quedado hasta que el Señor venga, no nos adelantaremos a los que murieron, sino que el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que aún vivamos y hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes, para recibir en el aire al Señor, y así estaremos con el Señor siempre. Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras.
1 Tesalonicenses 4:13-18
Este año ciertamente quedará grabado en los libros de historia. Con la alteración a la vida que ha traído el coronavirus y con tantas personas que han sido afectadas por él, abundan las preguntas y los miedos. En medio de tanta incertidumbre buscamos certeza, pero la certeza es escasa.
A algo así se refería el apóstol Pablo en su carta a la iglesia de Tesalónica, quienes se preguntaban qué pasaba con quienes habían muerto. Querían algo de certeza, algo de claridad. Si bien estos primeros cristianos fueron «un ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya», por sus vidas de devoción a Dios y servicio a los demás (ver 1 Tesalonicenses 1), al igual que muchos de nosotros estaban desconcertados por lo que les pasa a quienes mueren.
Entonces Pablo les da un mensaje para centrarlos en la fe. Él conocía bien la lucha que enfrentaban con la cultura pagana circundante y la oposición que encontraron de muchos judíos. Ambos grupos eran hostiles a la salvación ofrecida gratuitamente a todos a través de la obra de Jesús en la cruz y confirmada en su resurrección. Tantos mensajes contradictorios. Tantas fuerzas opuestas a la gracia de Dios en Jesús. El corazón del apóstol debe haber sufrido por los tesalonicenses. Pablo quería que ellos supieran que Dios se preocupaba por ellos no solo en este mundo, sino también en el venidero. La verdad «que Jesús murió y resucitó», que Pablo compartió con ellos desde el principio, es la misma verdad que un día encontrará cumplimiento en la propia resurrección de los muertos de los creyentes tesalonicenses.
Buenas noticias, sin duda, pero a veces difíciles de aceptar en un mundo donde recibimos tantos mensajes contradictorios. Al igual que los tesalonicenses, Dios quiere que nos aferremos con fe a sus promesas. Como Pablo escribió a la iglesia en Roma: «¡Que el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en la fe, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo!» (Romanos 15:13).
ORACIÓN: Padre Celestial, da certeza a nuestra fe mientras confiamos en tus promesas eternas. En el nombre de Jesús. Amén.
Paul Schreiber
Para reflexionar:
1.- ¿De qué maneras ha cambiado tu vida debido al coronavirus?
2.- ¿De qué maneras te aferras a Dios cuando los mensajes del mundo que te rodea se oponen a tu fe?
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