Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas.
Proverbios 3:5-6
Todos queremos que las cosas tengan sentido. Sin embargo, esa certeza no siempre es posible. En la vida a menudo hay más áreas grises que en blanco y negro. Cuando se trata de asuntos de fe, debemos confiar en la Palabra de Dios. Sin embargo, esta es una lucha constante debido a la presencia continua del pecado en nuestra vida. Queremos confiar en Dios y sabemos que debemos confiar en Él exclusivamente en todas las situaciones. Pero también queremos saber que, si debemos hacerlo, podamos manejar la situación nosotros mismos.
En otras palabras, nos gusta cubrir nuestras apuestas. Si nos parece que Dios no dará la respuesta que buscamos, estamos preparados para intervenir y ocuparnos nosotros del asunto. Sin embargo, la fe no es algo provisional, ¿verdad? No es algo que aplicamos en una ocasión y no en otra.
Nuestra relación con Dios se basa en la fe. Por fe lo reconocemos como Creador de los cielos y la tierra. Por fe creemos que envió a su Hijo Jesucristo a morir por nuestros pecados. Por fe confiamos en él y no en nuestro propio entendimiento. Tenemos esta fe sabiendo que, aunque podemos fallar, el poder, la misericordia y el amor de Dios nunca fallarán.
La condición de nuestra fe y la forma en que la ejercitamos concierne mucho a Dios, según el libro de Hebreos. Dice: «Ahora bien, tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve. Gracias a ella, nuestros antepasados fueron reconocidos y aprobados. Por la fe entendemos que Dios creó el universo por medio de su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de lo que no se veía… Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan» (Hebreos 11:1-3, 6).
Es importante que alimentemos nuestra fe leyendo la Biblia, reuniéndonos con otros creyentes y tomando tiempo para orar regularmente. Vivimos en un mundo que no considera altamente la fe cristiana. Por lo tanto, como cristianos, es importante proteger nuestra fe para no dejarnos influir por la sociedad y las circunstancias que minimizan nuestra fe y al Salvador que amamos y adoramos (ver 2 Timoteo 1:13-14).
ORACIÓN: Padre celestial, tu Hijo murió por cada uno de nosotros y por el Espíritu Santo nos das fe para creer en ti y vivir para ti. Concédenos una fe que aumente a diario. En el nombre de Jesús. Amén.
Dra. Melissa Salomon
Para reflexionar:
1.- ¿Qué tan difícil te resulta confiar en Dios? ¿Cómo se renueva o fortalece tu confianza en Él?
2.- ¿Qué haces para mostrarles a los demás que eres una persona confiable?
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