Después de cumplir con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Nazaret, que era su ciudad en Galilea. El niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría, y la gracia de Dios reposaba en él […]. Y Jesús siguió creciendo en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y con los hombres.
Lucas 2:39-40, 52
Finalmente todo terminó. Todo el viaje, todos los milagros, todo el asombro, el terror, la confusión y la sorpresa. Ahora estaban en casa, a salvo, en Nazaret. Allí no iba a pasar nada demasiado emocionante, nada más allá de las cosas comunes y corrientes como un nacimiento, un casamiento, una muerte, algo de tristeza y algo de alegría. Jesús tendría como treinta años cuando dejó ese lugar tranquilo.
Y eso es bueno, porque necesitamos tiempos de tranquilidad y paz, tiempos para crecer, tiempos para volvernos fuertes. Necesitamos momentos para aprender sabiduría y acercarnos a Dios. Jesús tuvo eso. Y hoy, él también nos da esos tiempos a nosotros.
Tal vez en este momento te encuentres en tiempos tranquilos y en un lugar apacible. O tal vez estés en un lugar de confusión y tu vida esté conmocionada. De cualquier manera, Jesús está contigo. Él dio su vida por ti y no te dejará ahora. Que Dios te bendiga siempre, apoyándote en tu crecimiento en Jesús, el Salvador que Dios prometió, el Señor que tenemos para siempre.
ORACIÓN: Querido Padre, ¡gracias por tu Hijo Jesús! Mantenme contigo para siempre. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
¿Estás en un momento tranquilo o en un momento de cambio?
¿Cómo te sientes donde te encuentras ahora?
¿Cómo te ha ayudado Dios en momentos similares en el pasado?
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