Así como ustedes fueron llamados a una sola esperanza, hay también un cuerpo y un Espíritu, un Señor, una fe, un bautismo, y un Dios y Padre de todos, el cual está por encima de todos, actúa por medio de todos, y está en todos. Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado la gracia conforme a la medida del don de Cristo.
Efesios 4:4-7
Dios puso en marcha el proceso por el cual nacemos y vivimos en este mundo; sin embargo, por nuestro pecado, nos alejamos de Dios. Pero Dios acortó esa distancia al enviar a su Hijo, Jesucristo al mundo. A través de su vida, muerte y resurrección, Dios nos ha llamado a la fe y nos ha salvado. «Todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación» (2 Corintios 5:18).
¡Ahora somos reconciliadores! El pueblo de Dios es llamado a compartir con otros la misma misericordia que hemos recibido gratuitamente. Nuestro llamado a los demás es como el montañista que grita instrucciones a través de un abismo hacia quienes están varados en un precipicio, guiándolos al camino seguro de regreso a casa.
El cristiano que testifica es alguien que tiene la palabra correcta en el momento correcto. Es humano y, sin embargo, está en contacto con el Padre Celestial, siempre amable pero no indulgente al punto de dejar que la persona necesitada se tambalee en peligro. Y, sobre todo, el acto de proclamar del cristiano es un acto de amor. Les decimos a los demás cuánto nos ama Dios, nuestro Padre y Creador. Compartimos las Buenas Nuevas de cómo el Padre dio a su único Hijo amado para redimirnos de la noche traicionera de nuestro pecado y nos llamó «a su luz maravillosa» (1 Pedro 2:9b).
Busquemos a Dios para que guíe y dirija nuestros esfuerzos, para que podamos evitar aquellas cosas que nos retrasan o descarrilan por completo. Esto es lo que Pablo le dijo a Timoteo acerca de compartir el Evangelio a conciencia. «Pero desecha las cuestiones necias e insensatas; tú sabes que generan contiendas. Y el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que corrija con mansedumbre a los que se oponen, por si acaso Dios les concede arrepentirse para que conozcan la verdad» (2 Timoteo 2:23-25).
Bendiciones mientras vives tu llamado.
ORACIÓN: Padre celestial, guíanos a compartir tu amor con todos quienes nos rodean. En el nombre de Jesús. Amén.
Rev. Dr. Richard R. Caemmerer
Para reflexionar:
1.- ¿Notarías un «ministerio de reconciliación» en la vida de alguien? ¿De qué manera?
2.- ¿Qué puedes hacer para aumentar tu interés y entusiasmo por compartir las Buenas Nuevas de Jesús con otros?
© Copyright 2020 Cristo Para Todas Las Naciones
Suscríbete y recibe el devocional diariamente en tu e-mail: