Yo estoy ya a punto de ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, que en aquel día me dará el Señor, el juez justo; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
2 Timoteo 4:6-8
Cuando era niña, teníamos una piscina en la casa y me encantaba crear estelas. Lo que quiero decir es esto: ponía mis pies en el borde de la piscina, y luego me empujaba tan fuerte como podía, atravesando el agua como una flecha como un bote que deja una estela detrás de él. Quería ver hasta dónde podía llegar con la fuerza de un solo empujón. ¿Qué tan grande sería la estela? El movimiento del agua no duraba mucho, pero era hermoso.
Pienso en esto a veces a medida que envejezco, porque nuestras vidas en la tierra son muy parecidas a las estelas, ¿no es así? Cuando somos jóvenes, tenemos fuerza y energía y nos empujamos tan fuerte como podemos, cambiando el mundo detrás de nosotros. Pero tarde o temprano nos quedamos sin energía. El gran impulso ha terminado y las cosas se están desacelerando. Y miramos hacia atrás para ver qué logramos.
Y allí es donde está Pablo, llegando al final de su vida, pensando en lo que le espera. Pronto estará con Cristo, y eso será un gozo. Pero ¿y su estela? ¿Qué ha hecho Dios a través de él, durante los cortos años de su vida?
La respuesta de Pablo es la respuesta que todos deseamos para nosotros mismos: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe». Se puede escuchar la alegría en la voz de Pablo. No es que su vida fuera perfecta; después de todo, había sido un perseguidor y un asesino. E incluso después de que Jesús lo llevó a la fe, todavía tuvo pesares, como el desacuerdo que tuvo con Bernabé (ver Hechos 15:39). La vida de Pablo era como nuestras vidas, y la estela que dejaría no era perfecta en lo más mínimo. Pero Dios lo usaría.
No importa en qué momento de la vida te encuentres, estás en las manos de Dios. ¿Has hecho todo lo que querías hacer? Probablemente no. Pero tú estás en Cristo, quien murió por ti y resucitó para darte vida nueva y eterna. Eres un hijo del Padre, quien te usará, ¡hasta a ti!, para promover su reino. Y eres una persona en quien el Espíritu Santo vive, haciendo su obra incluso cuando no te das cuenta. Tu estela está en manos de Dios. Confía en Él.
ORACIÓN: Amado Señor, tú ves lo que he hecho con mi vida. Gracias por lo que es bueno, y por favor, perdona y repara lo que está quebrantado. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿De qué maneras encuentras esperanza en Dios para los remordimientos o pesares que tienes?
* ¿Por qué cosas le agradeces a Dios? ¿Cómo lo has visto usar tu vida para su obra?
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