Sí, así ha dicho Dios el Señor: «Yo mismo voy a ir en busca de mis ovejas, y yo mismo las cuidaré, tal y como las cuida el pastor cuando se halla entre sus ovejas esparcidas. Yo las rescataré de todos los lugares por los que fueron esparcidas aquel día nublado y oscuro. Las sacaré de los pueblos y países donde ahora están, y las traeré a su propia tierra; las apacentaré en los montes y en las riberas de Israel, y en todos los lugares habitados del país. Las apacentaré en los mejores pastos, y pondré su aprisco en los altos montes de Israel; allí dormirán en un buen redil, y serán apacentadas en los pastos suculentos de los montes de Israel. Yo les daré a mis ovejas buenos pastos y apriscos seguros. Buscaré a las ovejas perdidas, y devolveré al redil a las que perdieron el camino; les vendaré las patas a las ovejas lastimadas, y fortaleceré a las ovejas débiles. Seré justo con mis ovejas, pero eliminaré a las ovejas engordadas y rechonchas».
Ezequiel 34:11-16
¿Alguna vez has tenido que lidiar con un desastre?
Si es así, sabes que cuando te enfrentas con un desastre, no hay tiempo para entrar en pánico, llorar o tener miedo. Alguien tiene que lidiar con él, y ese alguien eres tú. Primero tus ojos recorren la escena para ver quién está sangrando, lastimado, o simplemente magullado. Luego, te fijas para ver si hay alguna amenaza inmediata, como un incendio o automóviles que se aproximan. Después haces un inventario de los recursos a mano: alguien que pueda buscar ayuda, con qué auxiliar a quienes están lastimados, etc. Y finalmente entras en acción haciendo todo lo que puedes, hasta que todo termina y puedes irte a tu casa a desplomarte en un sillón.
En el texto para hoy, Ezequiel nos muestra a Dios lidiando con un desastre. Su pueblo ha sido atacado y esparcido como ovejas indefensas ante el mal. Y Dios dice: «Yo mismo voy a ir en busca de mis ovejas, y yo mismo las cuidaré… Yo las rescataré de todos los lugares por los que fueron esparcidas aquel día nublado y oscuro… Las sacaré de los pueblos y países donde ahora están… Buscaré a las ovejas perdidas, y devolveré al redil a las que perdieron el camino; les vendaré las patas a las ovejas lastimadas, y fortaleceré a las ovejas débiles. Seré justo con mis ovejas, pero eliminaré a las ovejas engordadas y rechonchas».
¿Cómo hizo Dios eso? ¿Cómo lidia Dios con el desastre que es nuestro mundo hoy, lleno de violencia, odio, plagas, guerras y anarquía? ¿Cómo lidia con nuestros desastres personales: nuestro dolor, vergüenza, miedo, preocupación y soledad? A través de Jesucristo, nuestro Pastor.
Mira lo que dice el Señor: «Yo mismo voy a ir en busca de mis ovejas». Dios mismo vino a nuestro mundo en busca de nosotros. Durante su ministerio enseñó la verdad, sanó a los enfermos, resucitó a los muertos y dio las buenas nuevas de salvación a los pobres. Y finalmente puso fin a todo esto dando su vida por sus ovejas. A través de su muerte nos liberó del poder del mal, y mediante su resurrección de entre los muertos nos trajo una vida que durará para siempre. Nuestro desastre se ha convertido en una bendición.
ORACIÓN: Amado Señor, gracias por ser mi Pastor y mantenerme cerca de Ti. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- Si alguna vez has sufrido un desastre, ¿quién te ayudó? ¿De qué forma y por qué lo hizo?
2.- ¿Puedes ver a Jesucristo reflejado en el cuidado amoroso de esa persona?
© Copyright 2020 Cristo Para Todas Las Naciones
Suscríbete y recibe el devocional diariamente en tu e-mail: