Cuando Jesús se enteró, se fue de allí en una barca, a un lugar apartado. Cuando la gente lo supo, lo siguió a pie desde las ciudades. Cuando Jesús salió de la barca y vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos. Ya anochecía cuando sus discípulos se acercaron a él y le dijeron: «Ya es muy tarde, y en este lugar no hay nada. Despide a toda esta gente, para que vayan a las aldeas y compren de comer». Jesús les dijo: «No tienen por qué irse. Denles ustedes de comer». Ellos le dijeron: «Aquí tenemos sólo cinco panes y dos pescados». Él les dijo: «Tráiganmelos acá». Mandó entonces a la gente que se recostara sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo los bendijo, los partió, y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Todos comieron, y quedaron satisfechos; y de lo que sobró se recogieron doce cestas llenas. Los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y los niños.
Mateo 14:13-21
Las historias bíblicas acerca de Jesús alimentando milagrosamente a miles de personas con apenas unos pocos alimentos a veces son oscurecidas por quienes dicen que son una exageración. Esto es entendible. Después de todo, alimentar a cinco mil hombres, más mujeres y niños, con cinco panes y un par de peces no es poca cosa. A menos que cada pan y cada pez pesaran cientos de libras cada uno, nos suena altamente improbable.
¿No se le habrá ocurrido a Mateo, mientras escribía el evangelio, que sus lectores ignorarían tal historia cuestionando su recuerdo de los eventos (los cuatro escritores del Evangelio lo incluyen) y descartándola por ser tan descabellada? ¿No tendría más sentido no incluir algo que levantara tantas banderas rojas, sin importar cuán cierto fuera? Pero, ¿cómo podría NO contar esta historia?
De hecho, más vale que uno esté listo para escribir lo inesperado al narrar la vida de Jesús. No olvidemos que este milagro de alimentación fue escrito por el mismo hombre que escribió acerca de Jesús sanando la lepra de un hombre, calmando una tormenta en el mar, resucitando a la hija de Jairo, caminando sobre el agua y alimentando a más de 5.000 hombres, mujeres y niños (ver Mateo 8:1-4, 23-27; 9:18, 23-26; 14:22-33).
Pero Jesús hizo más que estos milagros, y Mateo también escribió sobre ellos. También escribió acerca de la muerte de Jesús (27:50), su entierro (27:60) y su resurrección (28:1-7). Y también escribió que, después de su crucifixión, vio a Jesús: «Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado, y cuando lo vieron, lo adoraron. Pero algunos dudaban» (Mateo 28:16-17).
Algunos lo adoraron. Algunos dudaron de lo que vieron, a pesar de que Jesús estaba justo delante de ellos. Qué duro puede ser el corazón humano.
Gracias, Dios, por tu fiel siervo Mateo, quien dejó registrado todo lo que vio para que el mundo lo pueda saber y para que podamos creer en tu Hijo.
ORACIÓN: Padre celestial, enséñanos a confiar en tu Palabra para que podamos vivir. En el nombre de Jesús oramos. Amén.
Paul Schreiber
Para reflexionar:
1.- El texto dice: «Todos comieron, y quedaron satisfechos». ¿Qué significa eso para ti?
2.- ¿De qué manera la lectura sobre los milagros de Jesús fortalece tu fe en Él como tu Salvador?
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