[Dijo Jesús] Porque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes. Y a uno le dio cinco talentos, a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viaje.
El que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido los cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: «Señor, me entregaste cinco talentos; mira, he ganado otros cinco talentos». Su señor le dijo: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor». Llegando también el de los dos talentos, dijo: «Señor, me entregaste dos talentos; mira, he ganado otros dos talentos». Su señor le dijo: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor».
Mateo 25:14-23
¿Alguna vez te has preguntado acerca de las diferentes cantidades en esta historia? El amo le da a un siervo cinco talentos, a otro dos y a otro solo uno. Los sirvientes, por supuesto, somos nosotros, y el amo es Jesús, quien nos ha dejado para invertir todo lo que nos ha dado: nuestros dones y talentos, nuestras bendiciones y, sobre todo, el mensaje de su salvación. Cuando Jesús regrese, saldará cuentas con nosotros.
Hasta ahora todo está bien. Pero está claro que no todos los siervos comenzamos con la misma cantidad de cosas, ya sea en la parábola o en la vida real. Algunos de nosotros nacemos con buena salud y gran inteligencia, en familias amorosas y comunidades seguras, mientras que otros lo hacemos con exactamente lo contrario. ¿Es eso justo? Es fácil ponerse mal con Dios y decir: «No, no es justo. Él tiene más que yo. Estoy enojado y me niego a hacer mi trabajo como sirviente».
Pero si hacemos eso, estamos perdiendo el sentido de la historia. Miremos de nuevo. Los dos primeros sirvientes hacen exactamente lo mismo: ponen el dinero a trabajar y obtienen ganancias. Cada uno tiene un beneficio de tamaño diferente, como era de esperar. Pero cuando el maestro regresa, su alegría es idéntica. A ambos les dice exactamente lo mismo: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor».
Así es también con nosotros. No importa si somos el apóstol Pablo o las criaturas más pobres, enfermas y desfavorecidas de la tierra. A los ojos de Dios lo que tenemos es un poco, nada más. Lo que importa es nuestra fidelidad al Salvador que murió y resucitó por nosotros. Y lo que tenemos que esperar, ¡será maravilloso! Cuando Jesús regrese nos pondrá por encima de mucho y entraremos en el gozo de Jesús. Ese es su plan para cada uno de nosotros.
ORACIÓN: Señor, ayúdame a serte fiel, esperando siempre tu gozo. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Qué cosas te ha dado Dios y cómo estás sirviendo al Señor con ellas?
2.- ¿Con qué empezó Jesús y qué provecho obtuvo a través de su servicio fiel a Dios el Padre?
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