La palabra del Señor vino a Jonás por segunda vez, y le dijo: «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, y proclama allí el mensaje que yo te daré». Jonás se levantó y, conforme a la palabra del Señor, fue a Nínive. Y era Nínive una ciudad grande en extremo, de tres días de camino.
Jonás comenzó a recorrer la ciudad, camino de un día, y en su predicación decía: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!». Todos los habitantes de Nínive creyeron a Dios y decretaron ayuno, y desde el mayor hasta el menor se vistieron de cilicio…
Y al ver Dios lo que hicieron, y que se habían apartado de su mal camino, también él se arrepintió de hacerles el daño que les había anunciado, y desistió de hacerlo.
(Jonás 3:1-5, 10).
Siempre pienso en Jonás como el misionero malhumorado. Dios lo envía lejos de su casa a profetizar a sus peores enemigos para que puedan ser salvos, y Jonás no quiere ir. Entonces huye. Dios tiene que enviar un pez gigante para volver a llevarlo y comenzar la misión de nuevo. ¡Qué embarazoso!
Así que ahora Jonás está haciendo lo que Dios dijo: está en Nínive, advirtiéndoles que Dios está a punto de enviar su juicio. Camina por la ciudad diciendo exactamente lo que Dios le dice: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!». Y mientras tanto, espera que no le escuchen, porque no le gustan esas personas y quiere verlas arder.
Pero Jonás tiene otro problema. Él sabe que Dios es perdonador, misericordioso y lleno de compasión, o sea, exactamente lo opuesto a él. Pero, aun así, termina su trabajo y se va a un lugar desde donde puede ver toda la ciudad, con la esperanza de ver descender el fuego del infierno. Sin embargo, esto no sucede. «Y al ver Dios lo que hicieron, y que se habían apartado de su mal camino, también él se arrepintió de hacerles el daño que les había anunciado, y desistió de hacerlo».
Entonces Jonás se queja: «Dios, ¿ves esto? Sabía que ibas a ser así. Sabía que ibas a perdonar a esas personas, ¡cómo desearía estar muerto!». ¿Cuál es el problema de Jonás? ¿Será que su odio es tan profundo, o teme que la gente se burle de él por hacer una profecía que al final no se hizo realidad? Quizás un poco de ambos.
Pero Dios es misericordioso incluso con Jonás en su rabieta y le explica las cosas tan amablemente como puede. Dios se preocupó por los ninivitas, aunque fueran enemigos del pueblo de Jonás, y también se preocupa por sus propios enemigos, por cada ser humano que se ha rebelado contra él y ha convertido al mundo en un lugar de violencia, mentira y odio.
Es por eso por lo que Dios hizo lo inimaginable para rescatarnos, aunque no lo merecíamos, enviando a su Hijo a morir en la cruz. A través de Jesús, Él nos convierte de enemigos en hijos amados que vivimos a través de nuestra confianza en él.
ORACIÓN: Padre Celestial, ablanda nuestros corazones para compartir tu Palabra con los demás. En el nombre de Jesús. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Alguna vez has tenido que hacer algo que no querías porque Dios así te lo pidió?
* ¿Alguna vez alguien te mostró misericordia cuando no la merecías?
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