De él [Jesús] dice David: Siempre veía al Señor ante mí. Él está a mi derecha, y nada me perturbará. Por eso mi corazón se alegró, y mi lengua cantó llena de gozo. Mi cuerpo descansará en la esperanza, porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu Santo se corrompa. Me hiciste conocer los caminos de la vida, y me llenarás de gozo con tu presencia.
Varones hermanos, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que nuestro patriarca David murió y fue sepultado, y que hoy sabemos dónde está su sepulcro entre nosotros. David era profeta, y sabía que Dios le había jurado que de su linaje humano saldría el Cristo, que se sentaría en su trono. Esto lo vio antes de que sucediera, y habló de la resurrección de Cristo y de que su alma no se quedaría en el Hades, ni su cuerpo se corrompería. Pues a este Jesús Dios lo resucitó, y de eso todos nosotros somos testigos. Y como él fue exaltado por la diestra de Dios, recibió del Padre la promesa del Espíritu Santo, y ha derramado esto que ahora están viendo y oyendo.
Hechos 2:25-33
En este famoso discurso en Pentecostés, Pedro hace referencia a lo que David dijo acerca de su ascendiente Jesús, quien aparecería unos mil años después. En ese gran lapso, Jesús asumiría el trono de David, no en un gobierno físico y terrenal en Jerusalén, sino en un gobierno divino y espiritual de todo el universo. Y fue en Jesús, el Mesías que habría de venir, que David puso su esperanza temporal y eterna.
¡Qué maravilloso es ver cómo Dios obra a través de Pedro para conectar los puntos de esta manera para nosotros! Cuando el Espíritu Santo movió a Pedro a hablar, les dio a esos muchos oyentes en Jerusalén en ese primer Pentecostés, y por extensión a nosotros hoy, la verdad de cómo Dios obra en la historia. La narrativa completa del Antiguo Testamento —las historias de los patriarcas, los jueces, los profetas y los reyes— forman el variado mosaico de la historia de la compasión de Dios que apunta a la vida, muerte y resurrección de Jesús.
Y desde Jesús Dios continúa su obra en la historia. Hoy, él obra a través de nosotros, al igual que lo hizo con Pedro, para compartir su amor con el mundo. Puede ser a través de la reunión de cientos de personas que escuchan el Evangelio en África, China o América Latina, o a través de las redes sociales o al otro lado de la cerca con nuestros vecinos. Pero Dios está obrando en nosotros y a través de nosotros para que todos sepan con certeza que «Dios lo ha hecho [a Jesús] Señor y Cristo» (Hechos 2: 36b).
Que Dios nos use a todos para continuar su obra en la historia.
ORACIÓN: Padre Celestial, guíanos por tu Espíritu Santo para compartir las Buenas Nuevas de Jesús. En su nombre. Amén.
Paul Schreiber
Para reflexionar:
* ¿Cuán importante fue para el testimonio de los discípulos haber visto a Jesús resucitado?
* ¿En qué circunstancias te resulta más fácil conversar acerca de Jesús?
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