En ese momento, Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque estas cosas las escondiste de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. El Padre me ha entregado todas las cosas, y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma; porque mi yugo es fácil, y mi carga es liviana».
Mateo 11:25-30
¿Alguna vez has tenido que trabajar con un jefe o amo incompetente o superexigente o quizás abusivo? Cualquiera de esos casos puede llevarnos a odiar el trabajo y la vida. Con avidez miramos los anuncios de trabajo, esperando encontrar una salida y a regañadientes vamos al trabajo el lunes por la mañana, sabiendo que toda la miseria está a punto de comenzar de nuevo. El jefe o el amo hacen la diferencia en nuestra vida.
Incluso los amos simbólicos pueden hacernos esto. Las adicciones, las enfermedades mentales, las deudas abrumadoras, el dolor físico o emocional, todos pueden ser amos terribles que nos dejan clamando a Dios por libertad y rogando por su ayuda. Es entonces cuando Jesús nos dice: «Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma».
Sea cual sea el jefe o amo despiadado que te tiene a su merced, Jesús te llama a ser suyo y encontrar descanso en él. ¡Y Él ciertamente te lo dará! Porque Él es Dios mismo que vino a este mundo para quebrantar todo poder maligno y liberar a quienes confían en Él.
Eso es lo que Jesús hizo al dar su vida por nosotros en la cruz. No fue un gesto vacío, sino el golpe decisivo contra el diablo y el poder del mal. Y cuando Jesús resucitó de entre los muertos, nos garantizó para siempre que Dios ha ganado la victoria, que nuestros propios ojos verán Su triunfo sobre todo poder maligno y que nosotros, ¡incluso nosotros!, compartiremos esa victoria porque confiamos en Jesús.
Nosotros, los que sufrimos, los oprimidos, los abusados, los don nadies estamos entre los que Él ama y vino a hacernos suyos. Entonces Él será nuestro Amo, pero no para hacernos daño, sino para salvarnos, y nos dará descanso.
¡Señor Jesús, dame todas las cosas buenas que prometes! Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Qué «amo» está haciendo tu vida miserable en este momento?
* ¿Qué clase de amo daría su vida por sus siervos?
© Copyright 2023 Cristo Para Todas Las Naciones
Suscríbete y recibe el devocional diariamente en tu e-mail: