Entonces Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres». Le respondieron: «Nosotros somos descendientes de Abrahán, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir: «Ustedes serán libres»?». Jesús les respondió: «De cierto, de cierto les digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres.
Juan 8:31-36
Es algo extraño lo que está sucediendo aquí en esta historia. Jesús está hablando con los fariseos en el templo, y mientras habla, la Biblia nos dice, «muchos creyeron en él» (Juan 8:30b).
Eso es algo bueno, ¿verdad? Y, sin embargo, de inmediato esos nuevos creyentes entran en una discusión con Jesús. Él les dice: «Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres». Pero ellos se ofendieron por su palabra y se quejaron diciendo: «¿Cómo puedes decir: ‘Ustedes serán libres?'». Y se ofenden aún más a medida que avanza la discusión hasta que finalmente toman piedras para matarlo. ¿Y por qué? «porque mi palabra no halla cabida en ustedes», dijo Jesús (Juan 8:31-37b).
Lo que sea que la Biblia quiso decir cuando dice que los fariseos creyeron en Él, claramente no es el tipo de fe que deberían tener, el tipo que confía en la palabra de Jesús, el tipo que permanece en el mensaje de Jesús y atesora su Evangelio. No podemos separar a Jesús de su palabra. No es posible amar y obedecer fielmente a Jesús y al mismo tiempo rechazar su palabra. Como dice Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Juan 6:68b).
En lugar de discutir y rechazar, Jesús nos llama a permanecer en su palabra, a hacer de ella nuestro hogar, a amarla y atesorarla. Eso es lo que significa la palabra griega que traducimos como «permanecer»: guardar algo con cuidado, protegerlo y vigilarlo. Si amamos a Jesús, amaremos su palabra. Se convertirá en nuestro hogar duradero, la luz para nuestros ojos, la miel para nuestros labios.
Después de todo, ¿qué nos dice la palabra de Jesús? Nos dice que Él ha venido para ser nuestro Salvador y liberarnos del pecado. La palabra de Jesús nos dice: «Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; y yo pongo mi vida por las ovejas» (Juan 10:14-15). Su palabra nos dice: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá… ¿Crees esto?» (Juan 11:25b, 26b).
Sí. Esta es la palabra en la que creemos y en ella permanecemos. Pertenecemos a Jesús para siempre.
ORACIÓN: Señor, muéstrame cómo permanecer en tu Palabra. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿En qué se diferencia una estadía temporal a habitar o permanecer en un hogar?
* ¿Cómo permaneces en la palabra de Jesús y Él en ti?
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