Mientras tanto, el pueblo esperaba a que saliera Zacarías, extrañados de que se tardara tanto en el santuario. Pero cuando salió y no les podía hablar, comprendieron que habría tenido una visión en el santuario, pues les hablaba por señas y seguía mudo. Cuando terminaron los días de su ministerio, Zacarías se fue a su casa.
Lucas 1:21-23
¿Qué harías si se te apareciera un ángel y te hiciera una promesa gloriosa? Dudo que la mayoría de nosotros hiciera lo que hizo Zacarías: Lucas nos dice que siguió trabajando y, luego, «cuando terminaron los días de su ministerio… se fue a su casa».
Para nosotros es así también, ¿no? Tal vez ganaste el Premio Nobel, pero aun así tienes que sacar la basura todas las semanas. Te casas, comienzas el trabajo de tus sueños o tienes una experiencia espiritual maravillosa, pero los platos sucios te están esperando, necesitas poner gasolina en el auto y tu hijo necesita que le ayuden con la tarea.
Zacarías siguió con el trabajo porque era su trabajo, era el llamado que Dios le había dado. La promesa que Dios añadió a su vida no reemplazó su trabajo.
De la misma manera, la promesa de Dios para ti es Jesús, nuestro Salvador. Mientras llevas a cabo tus responsabilidades, sean cuales sean, Jesús vive en ti y su amor perdonador brilla a través de ti. Y las personas a su alrededor verán esa luz y, a través del Espíritu Santo, se sentirán atraídos a Jesús.
ORACIÓN: Querido Padre, usa mi vida para que otras personas confíen en tu Hijo Jesús. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Qué trabajos o roles tienes en tu vida?
2.- ¿Cómo impactan esos trabajos y roles a otras personas?
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