Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un solo hombre, y por medio del pecado entró la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron […] Así que, como por la transgresión de uno solo vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno solo vino la justificación de vida a todos los hombres.
Romanos 5:12,18
Sucede con una epidemia mortal, donde se busca al “paciente cero”, aquel que fue el origen de todos los contagios posteriores. La Biblia coloca al comienzo de esa cadena a Adán, el padre de la raza humana. Por medio de él entró en el mundo la grave enfermedad del pecado. Todos los que vinimos después de él nacemos siendo pecadores, mortales, inclinados hacia lo malo, egoístas, rebeldes. Nadie puede escapar de ese destino. Nos guste o no, esos rasgos los heredamos.
El cuerpo sigue a la cabeza. Los hijos de Adán somos engendrados a imagen de ese antepasado lejano. Sin embargo, Jesucristo es el nuevo Adán que vino a revertir lo que generó el primer Adán. Identificados con Adán, somos cien por ciento pecadores, débiles, mortales. Identificados ahora con Cristo por medio de la fe, recibimos aquello que la humanidad perdió a causa del primer Adán: justicia y vida. Lo perdido se recupera. Lo imposible se hace posible. Hay esperanza. ¡Se ha encontrado el antídoto para el veneno mortal!
Sólo una relación de fe y comunión con Cristo puede librarnos de los efectos devastadores de aquella enfermedad. Lo que heredamos de Adán fue terrible, pero lo que recibimos por medio de Cristo es sublime. Por uno reinó la muerte; por el otro reinó la gracia. La desobediencia del primero fue devastadora; la obediencia del segundo, restauradora. Esos preciosos beneficios están a nuestra disposición. Gratuitamente. Para mí y para ti.
ORACIÓN: Gracias, Jesús, por ser el remedio y la cura contra el pecado. Sé mi médico y ayúdame a luchar día a día contra esta enfermedad. Amén.
Prof. Antonio R. Schimpf – Seminario Concordia, Buenos Aires, Argentina
Para reflexionar:
•¿Cuáles son los síntomas más fuertes del pecado en tu vida?
•¿Te sientes ganador o perdedor contra los efectos del pecado?
•¿Qué puedes hacer para profundizar tu relación de fe y comunión con Cristo?
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