Excelentísimo Teófilo: Muchos han tratado ya de relatar en forma ordenada la historia de los sucesos que ciertamente se han cumplido entre nosotros […]. Después de haber investigado todo con sumo cuidado desde su origen, me ha parecido una buena idea escribírtelas por orden, para que llegues a conocer bien la verdad de lo que se te ha enseñado.
Lucas 1: 1; 3-4
Estaba visitando a un joven; lo llamaré Esteban. En el transcurso de un año, lo estuve visitando a él y a su familia en el hospital infantil. Esteban estaba en octavo grado y sufría de leucemia. Oramos por su recuperación y hubo momentos en los que parecía que el Señor lo estaba sanando. Pero, en la primavera de ese año, murió.
Durante ese tiempo, yo estaba sirviendo como pastor y estudiando para mi doctorado. La investigación de mi tesis se centró en la esperanza cristiana y el problema del mal. Se puede visualizar el problema del mal así: imagina que estás tratando de llevar tres vasos de agua muy grandes en una mano. Con mucho cuidado, puedes equilibrar dos. Pero, cuando intentas llevar los tres a la vez, se derraman. El problema del mal es así.
Son tres grandes tragos de verdad bíblica. La Primera Verdad es que Dios nos ama. La Segunda Verdad es que Dios es Todopoderoso. La Tercera Verdad es que el mal existe. En mi investigación, leí muchos libros sobre el problema del mal. A menudo, un autor intentaba resolver el problema dejando de lado una de esas verdades bíblicas. Muy pocos dejan de lado la verdad sobre el amor de Dios. Pero son más propensos a negar la existencia de Dios que a suponer que Dios mismo es malo. Algunos dejan de lado la verdad sobre el poder de Dios. Ponen límites al poder de Dios, explicando cómo hay algunas cosas que ni siquiera Dios puede resolver. O dejan de lado la verdad sobre el mal. Creen que todo mal es necesariamente parte de un bien mayor.
Mientras visitaba a Esteban en el hospital infantil ese año, tenía estos libros en mi mente: deliberaciones filosóficas y prácticas antiguas y modernas sobre el mal. Y en ese breve paseo desde el ascensor hasta la habitación de Esteban, todas esas explicaciones me fallaron.
Una tarde, estaba tan abrumado con este problema que me tomé un descanso de mis estudios. Fui a dar un paseo. Tenía una Biblia en audio en mi teléfono. El narrador estaba leyendo el Evangelio según Lucas, cuyo comienzo acabamos de escuchar. Y escuché de nuevo a Lucas contarme acerca de Jesús: lo que hizo y dijo, las promesas que hizo, la clase de persona que es. Noté que Lucas no dio explicaciones ni instrucciones sobre cómo resolver el mal. En cambio, compartió una narrativa sobre Aquel quien lo había resuelto porque quiso hacerlo. Y me encontré de nuevo confiando en Jesús, amándolo y deseando amar como Él ama, a pesar del mal. Entonces, cuando visité a Esteban, compartí algo de la narrativa de Lucas. Y Esteban llegó también a confiar en Jesús.
ORACIÓN: Señor Jesucristo, Hijo del Dios viviente, líbranos del mal. Amén.
Rev. Dr. Michael Zeigler, orador de La Hora Luterana
Para reflexionar:
* ¿Cómo te ha hecho enfrentar la maldad en el mundo tener dudas sobre el poder o el amor de Dios?
* ¿Qué te ayuda a seguir confiando en Jesús a pesar de la maldad en el mundo?
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Editado por CPTLN – Chile / MGH
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