Regocíjense en el Señor siempre. Y otra vez les digo, ¡regocíjense! Que la gentileza de ustedes sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello. Lo que ustedes aprendieron y recibieron de mí; lo que de mí vieron y oyeron, pónganlo por obra, y el Dios de paz estará con ustedes.
Filipenses 4:4-9
Pablo escribe: «El Señor está cerca». Solía imaginar cómo sería tener a Jesús cerca como lo tenían los discípulos, pudiendo verlo, oírlo y tocarlo. Se me ocurre que sería difícil tener miedo; después de todo, él estaría presente con todo su poder, compasión y sabiduría. ¿Y si me enfermo? Podría pedirle que me sanara. ¿Y si me muero? No importa, solo será temporal. Jesús me levantará de entre los muertos, ¡sin problemas! Tener a Jesús cerca es sentirse en libertad.
Y Pablo nos recuerda que, en realidad, así es como estamos ahora mismo y todos los días. Es cierto que no tenemos la ventaja de poder verlo, tocarlo o escucharlo con nuestros oídos, pero el Señor está cerca ahora mismo, sin importar lo que esté sucediendo. Por eso Pablo dice: «No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús».
Es bueno practicar. Sé que para mí realmente hace una diferencia cuando recuerdo entregar las cosas que me preocupan a Jesús tan pronto como suceden. Es como decir: «Señor, ¿podrías lidiar tú con esto? Porque yo simplemente no puedo». Él sabe que no puedo y está listo para ayudarme y darme paz.
Que el Señor te bendiga en tu momento de angustia y te fortalezca en su amor. El que sufrió y murió por ti y que resucitó de entre los muertos para darte la vida eterna, nunca te dejará ni te desamparará.
Dios te guarde siempre.
ORACIÓN: Señor, cuando esté ansioso, ayúdame a depender de ti. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- Si pudieras ver a Jesús en persona ahora mismo, ¿qué le preguntarías?
2.- ¿Cómo puedes adquirir el hábito de llevar tus ansiedades al Señor en oración?
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