Detrás de Jesús iba una gran multitud del pueblo, y mujeres que lloraban y se lamentaban por él. Pero Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas y por sus hijos. Porque vienen días en que se dirá: ‘Dichosas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no amamantaron’. Entonces comenzarán a pedir a los montes: ‘¡Caigan sobre nosotros!’ Y dirán a las colinas: ‘¡Cúbrannos por completo!’. Porque, si esto hacen con el árbol verde, ¡qué no harán con el árbol seco!».
Lucas 23:27-31
¿Alguna vez has estado en medio de un sufrimiento terrible?
Si eres como yo, no puedes concentrarte en otra cosa que no sea el dolor. En el fondo de mi mente sé que la vida continúa, que otras personas aún existen, incluso que podrían estar sufriendo, tal como yo. Pero es increíblemente difícil dejar a un lado mi sufrimiento para centrarme en el de ellos. El sufrimiento me roba la energía.
Jesús es diferente. ¡Solo míralo en el camino a la cruz! Ya lo golpearon, lo torturaron, lo mantuvieron despierto toda la noche, lo sometieron a cinco juicios por separado y, sin embargo, todavía se da cuenta de que las mujeres que están al lado del camino se lamentan por él.
Jesús deja a un lado su propio sufrimiento para advertirles lo que está en camino: el sufrimiento de ellas en la caída de Jerusalén. Esos días serán tan terribles, dice, que no tener hijos parecerá una bendición. Después de todo, si estas cosas malvadas están sucediendo ahora, mientras Dios mismo sigue caminando sobre la faz de la tierra, ¿qué sucederá cuando ya no esté visiblemente presente?
Jesús nos ve tan claramente como vio a esas mujeres. Él ve tu situación, tus necesidades, tu dolor. Tu sufrimiento es la razón de su sufrimiento. Como dijo Isaías: «Él llevará sobre sí nuestros males, y sufrirá nuestros dolores… Él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados» (Isaías 53:4-5).
ORACIÓN: Querido Señor, ayúdame a responder a tu amor con amor. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Quién te ha cuidado a pesar de su propio sufrimiento?
2.- ¿Te consuela saber que Jesús te ve claramente?
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