Así que, si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él.
Romanos 6:8
Empezar de nuevo, en la mirada del autor del libro de Eclesiastés, sería otra vuelta al tedio, a la repetición de días, meses y estaciones, en las cuales quizás se halle algo nuevo, o quizás sea más de lo mismo que ya vivimos. Para algunos creyentes eso es lo que entienden por morir y resucitar. Es volver a vivir otra vez, volver a lo mismo.
Sin embargo, la muerte es un final y la resurrección es un comienzo totalmente nuevo. La resurrección no ocurre con el mismo cuerpo que teníamos. Es una nueva creación, pero no a partir de la carne como el primer hombre, sino a partir del Espíritu como el nuevo hombre. Resucitar no es revivir. Todo es nuevo, y por ende, no sujeto a las mismas debilidades y limitaciones que conocemos.
El bautismo nos recuerda que hemos muerto con Cristo a la vieja vida y resucitado con él a una nueva vida. Ahogar el viejo hombre, en palabras de Lutero, y resucitar el nuevo hombre. Ya no somos los mismos. Dios nos ha hecho nacer por el agua y el Espíritu. Y el Espíritu Santo gobierna nuestras vidas porque ahora somos hijos de Dios. Hemos sido sellados por Dios y algún día seremos resucitados en su poder a una nueva vida.
Con esta esperanza cambia nuestro presente. Con esta realidad, cada día es nuevo y diferente. Nuestra vida no es un transcurrir de días, años y estaciones que se repiten sin ton ni son. Cada muerte es un final y cada resurrección es un nuevo comienzo. Disfrutemos la vida. Es única y trascendente desde la fe en Cristo Jesús.
ORACIÓN: Gracias, Señor, por hacernos nacer de nuevo por el agua y el Espíritu. Porque morimos contigo y resucitaremos también a una nueva vida. Ayúdanos a vivir en novedad de vida. Amén.
Rev. Omar R. Weber
Para reflexionar:
•¿Qué cosas nuevas esperas vivir en este nuevo año?
•¿Por qué algunas personas ven los años con poca esperanza de una vida nueva y diferente?
•¿De qué manera podemos morir a la vieja vida y resucitar a la nueva?
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