¡Alma mía, ya puedes estar tranquila, porque el Señor me ha tratado con bondad! Tú, Señor, me libraste de la muerte, enjugaste mis lágrimas y no me dejaste caer. Por eso, Señor, mientras tenga vida, viviré según tu voluntad.
Salmo 116: 7-9
«Alma mía, ya puedes estar tranquila». Nos preguntamos: «¡¿Tranquila?!». Y es que muy a menudo estamos inquietos y sentimos como si estuviéramos saltando en la vida de una crisis a otra. Es posible que nos sintamos angustiados y temerosos debido a circunstancias difíciles: enfermedad, dolor, conflictos familiares o preocupaciones financieras. Nuestras almas pueden sentirse afligidas e insatisfechas. Entonces oramos para que Dios nos libre, ofreciéndole nuestras desesperadas súplicas de rescate. En el salmo de hoy, el Señor nos da una palabra de consuelo. Él ya nos ha tratado con bondad.
El Señor, quien nos libró, sintió en sí mismo el dolor y el terrible tropiezo que conocemos tan bien. El jueves de Semana Santa, la última semana del ministerio terrenal de Jesús, celebró la Pascua con sus discípulos. Después de la comida, y «luego de cantar el himno, fueron al monte de los Olivos», a Getsemaní (Marcos 14:26). Ese himno puede haber sido parte del Hallel, Salmos 113 al 118, una parte de la celebración de la Pascua. La noche antes de ir a la cruz, Jesús pudo haber cantado o recitado estas palabras del Salmo 116: «Los lazos de la muerte me envolvieron […] mi vida era de angustia y de aflicción constante» (Salmo 116: 3).
Jesús fue entregado a la muerte por nuestra salvación. Sus pies tropezaron cuando llevó su cruz al Gólgota. Allí, el inocente Hijo de Dios tomó nuestros pecados sobre sí mismo y sufrió la pena de muerte en nuestro lugar. Sin embargo, la noche antes de morir, Jesús pudo haber cantado sobre la vida y la esperanza que había más allá de la cruz. «Me libraste de la muerte […] mientras tenga vida, viviré según tu voluntad». Al tercer día después de su muerte en la cruz, Jesús resucitó corporalmente de la muerte para caminar una vez más sobre esta tierra.
La oración de este salmo se cumple en la muerte y resurrección de Jesús. El Señor nos ha tratado con bondad. Él, en Cristo Jesús, nos ha librado del pecado y la muerte. Cuando Jesús regrese, por la gracia de Dios mediante la fe en Jesús, seremos resucitados de la muerte como Él resucitó. Caminaremos delante del SEÑOR en la tierra de los vivientes, en el paraíso. Descansaremos, en cuerpo y alma, en la presencia de Jesús para siempre. Y mientras llega ese día de resurrección, nuestras almas pueden sentirse inquietas y nuestros pies a veces tropezarán al caminar por esta vida terrenal. Pero siempre encontramos descanso, no en las posesiones, la salud o las relaciones, sino en Jesús, quien nos llama cada día: «Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar» (Mateo 11:28).
ORACIÓN: Señor, camina conmigo desde ahora y hasta que descanse en tu presencia para siempre. Amén.
Dra. Carol Geisler
Para reflexionar:
* ¿Podemos estar «tranquilos» aquí y ahora al saber que nuestras almas han sido liberadas de la muerte?
* ¿A dónde vas a descansar cuando tienes un día agitado?
© Copyright 2021 Cristo Para Todas Las Naciones
Suscríbete y recibe el devocional diariamente en tu e-mail: