
Juan fue entonces por toda la región cercana al Jordán, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados, tal y como está escrito en el libro del profeta Isaías: «Una voz clama en el desierto: Preparen el camino del Señor y enderecen sus sendas. Todo valle será rellenado, y todo monte y colina será nivelado. Los caminos torcidos serán enderezados, las sendas dispares serán allanadas, y todos verán la salvación de Dios».
Lucas 3: 3-6
Yo era un joven teniente de la Fuerza Aérea. El coronel, el jefe de mi jefe, me eligió para un proyecto especial. Fue un gran honor y di lo mejor de mí. Trabajé como un joven tratando de probar su valor. La mañana de la presentación, fui ante el coronel para darle el obsequio de mi recomendación. Él no se impresionó. «Esto no es lo que quería», me dijo. Silenciosamente, yo estuve de acuerdo con él. No era exactamente lo que había pedido, ¡era mejor! Traté de convencerlo de eso. Pero me interrumpió, me dijo que regresara y que comenzara de nuevo. Sentí como si hubiera sacado el clip de mi trabajo y lo hubiera arrojado a mi cara, enviando mis esfuerzos equivocados revoloteando desdichadamente hacia el suelo.
Cuando Juan llamó al pueblo de Dios para que se bautizara, su mensaje fue claro: «Dios ha rechazado tu obra. Fuiste elegido para este proyecto. Trabajaste como un pueblo tratando de probar su valor. Pero esto no es lo que Dios quería». Dios los había rescatado de la esclavitud y los había sostenido en el desierto. Los eligió para un gran honor: una misión para rescatar al mundo de la muerte y el pecado. Pero ahora Dios estaba rechazando sus esfuerzos equivocados. Ese es el significado de este bautismo. El río Jordán formaba la frontera oriental de la Tierra Prometida, el punto de partida de la misión de rescate de Israel. Pero Juan les dijo que abandonaran la tierra, regresaran al desierto, volvieran a entrar pasando por el río y comenzaran de nuevo.
Lo más impactante de esto no es que el pueblo de Dios haya enfrentado el rechazo. No, lo más impactante es que Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios sin pecado, se unió a ellos. Él se paró junto a ellos en rechazo, así como se para hoy junto a ti y a mí. Él fue bautizado por nosotros. Y nosotros somos bautizados en Él, en su crucifixión y resurrección. Esto significa que todos los días, varias veces al día, puedes comenzar de nuevo con Jesús. Él hace suyos tus fracasos y tuyos sus triunfos.
Cuando el coronel rechazó mi trabajo, no supe qué hacer. Había dado lo mejor de mí y me caí de cara. Pero mi jefe, el teniente coronel, estaba presente cuando sucedió. E hizo de mi problema su problema. Desde su perspectiva, dado que yo estaba bajo su autoridad, no fue solo mi fracaso, fue también el suyo. Entonces, reunió mis esfuerzos equivocados y juntos comenzamos de nuevo. Y yo te invito hoy, quizás por primera vez, o quizás por la millonésima vez, a comenzar de nuevo con Jesús.
ORACIÓN: Señor Jesús, gracias por comenzar de nuevo conmigo. Amén.
Rev. Dr. Michael Zeigler, orador de La Hora Luterana
Para reflexionar:
* ¿De qué forma has enfrentado el rechazo, ya sea en la escuela, en el trabajo o en una relación?
* Lee Lucas 3: 10-14. Al comenzar de nuevo con Jesús hoy, ¿qué quisiera Jesús que hicieras?
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