¡Bendito sea el Señor, que no nos dejó caer en sus fauces! ¡Escapamos como escapa el ave de la red! ¡La red se abrió, y nosotros escapamos! Nuestra ayuda viene del Señor, creador del cielo y de la tierra.
Salmo 124: 6-8
Este salmo comienza con las palabras: «Si el Señor no hubiera estado de nuestro lado… cuando todo el mundo se levantó contra nosotros, nos habrían tragado vivos, pues su furia contra nosotros los quemaba» (Salmo 124: 1-3). ¡Ese es un gran «si»! Cuando los enemigos se levantaron contra Israel, el pueblo clamó a Dios y Él los libró. Si el Señor no hubiera intervenido, habrían sido barridos, borrados de la faz de la tierra.
Conocemos bien los «si» y los «qué pasaría si» de la vida. Algunos se hablan con alivio (como lo hace el salmista) y otros se expresan con pesar. Aunque confiamos en Dios y su liberación, no siempre podemos comprender o aceptar completamente las circunstancias de nuestros problemas. Marta, afligida por la muerte de su hermano Lázaro, le dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto» (Juan 11: 32b). ¡Pero Jesús estaba allí, y estaba de su lado! Tenía planes para Lázaro que Marta y su hermana María nunca hubieran imaginado.
El mayor «qué pasaría si» que conocemos en la vida es la muerte, y esto lo sabía Marta. Pero no hay nada realmente incierto al respecto. Todos enfrentaremos la muerte en algún momento, a menos que nuestro Señor regrese primero.
Para nosotros, la muerte es como una red, una trampa de la que nunca escaparíamos si el Señor no estuviera de nuestro lado. Sin embargo, antes de que supiéramos a lo que nos enfrentamos, antes de pedir ayuda a gritos, Jesús vino a rescatarnos. No se limitó a agacharse para quitarnos la red, sino que permitió que la red y la trampa del pecado y la muerte lo enredaran y atraparan. Él cargó con nuestros pecados en su propio cuerpo en la cruz mientras el lazo de la muerte lo envolvía, quitándole la vida.
Luego, en la primera mañana de Pascua, ¡Jesús salió del lazo de la muerte que lo rodeaba! En la tumba vacía, el ángel proclamó: «No está aquí, pues ha resucitado, como él dijo» (Mateo 28: 6a). Tenemos la promesa de Jesús: «porque yo vivo, ustedes también vivirán» (Juan 14: 19b). Enfrentaremos muchos problemas, muchos «qué pasaría si» en la vida. Pero hay un «si» muy importante para recordar: «¿Qué más podemos decir? Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?» (Romanos 8: 31b-32).
Jesús venció la muerte y ha prometido que mediante la fe en su Nombre, nosotros también resucitaremos corporalmente de la muerte cuando él regrese en el día postrero. Jesús destrozará la red de la muerte, y con el salmista nos regocijaremos: «¡La red se abrió, y nosotros escapamos!».
ORACIÓN: Poderoso Señor resucitado, protégeme con tu amor hasta que me levantes para vivir en tu presencia para siempre. Amén.
Dra. Carol Geisler
Para reflexionar:
* ¿Alguna vez te has librado de algo por un pelo y sentiste que Dios tuvo algo que ver?
* ¿Sientes que si no fuera por tu fe cristiana, tu vida sería muy diferente? ¿Cómo?
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