Jesús les contó otra parábola: «El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras dormían los trabajadores, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando el trigo brotó y dio fruto, apareció también la cizaña… Luego de despedir a la gente, Jesús entró en la casa. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo.» Él les dijo: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo, la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno. El enemigo que la sembró es el diablo, la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Y así como se arranca la cizaña y se quema en el fuego, así también será en el fin de este mundo.
Mateo 13:24-26, 36-40
«¡Quiero arreglarlo ahora!» ¿Alguna vez has dicho algo así? En la historia de Jesús sobre el trigo y la cizaña, podemos escuchar a los trabajadores decir: «¡Oh, no! ¡Mira toda la cizaña! Vamos a quitarla ahora mismo así no causa más problemas».
Así es como muchos de nosotros pensamos cuando vemos a alguien comportándose mal: «¡Ese hombre es malo! ¡Esa mujer está haciendo un daño terrible! Señor, ¿por qué no los juzgas ahora? Si quieres, estaré encantado de ayudarte».
Pero en la historia, el dueño dice que no lo hagan «porque al arrancar la cizaña podrían también arrancar el trigo». Las malas hierbas y el trigo están creciendo demasiado juntos. Sus raíces están entrelazadas. Arrancas a uno y probablemente arrancarás al otro.
Del mismo modo, Jesús nos dice que no debemos apresurarnos a juzgar. No nos corresponde a nosotros emitir un juicio final y declarar a alguien condenado al infierno, porque incluso si tenemos razón acerca de ellos, sus vidas están entrelazadas con la vida de los hijos de Dios. Tienen familias, vecinos y compañeros de trabajo que dependen de ellos. Lo que les suceda tendrá un efecto en las personas que los rodean, nos guste o no. Al apresurarnos a juzgar, podríamos dañar gravemente la fe de personas por quienes Jesús murió y resucitó, personas que no pueden protegerse contra nuestras buenas intenciones.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Podemos rezar. Eso no hará ningún daño. ¿Quién sabe? ¡Incluso podrían arrepentirse y ser perdonados! Y, por supuesto, es correcto para nosotros reprender el pecado, tratar de detener más acciones malvadas y tratar de llevar a la persona al arrepentimiento. Pero el juicio final está reservado a Dios en el último día. Podemos estar seguros de que el juicio de Dios será correcto y no hará daño a los demás.
ORACIÓN: Señor, dame sabiduría cuando estoy manejando situaciones difíciles en las que personas inocentes podrían verse perjudicadas. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿En dónde o en qué situaciones ves que el bien y el mal crecen juntos? ¿Cómo causa esto dificultad?
2.- ¿Cómo controlas tu ira justa?
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