Profecía y visión del profeta Habacuc. ¿Hasta cuándo, Señor, te llamaré y no me harás caso? ¿Hasta cuándo clamaré a ti por causa de la violencia, y no vendrás a salvarnos? ¿Por qué permites que vea yo iniquidad? ¿Por qué me haces espectador del mal? ¡Sólo veo destrucción y violencia! ¡Ante mis ojos surgen pleitos y contiendas! Por eso tu ley carece de fuerza, y la justicia no se aplica con verdad. Por eso los impíos asedian a los justos, y se tuerce la justicia […] Decidí mantenerme vigilante. Decidí mantenerme en pie sobre la fortaleza. Decidí no dormir hasta saber lo que el Señor me iba a decir, y qué respuesta daría a mi queja. Y el Señor me respondió, y me dijo: «Escribe esta visión. Grábala sobre unas tablillas, para que pueda leerse de corrido. La visión va a tardar todavía algún tiempo, pero su cumplimiento se acerca, y no dejará de cumplirse. Aunque tarde, espera a que llegue, porque vendrá sin falta. No tarda ya. Aquel cuya alma no es recta, es arrogante; pero el justo vivirá por su fe.
Habacuc 1:1-4; 2:1-4
El profeta Habacuc dice exactamente el tipo de cosas que me gustaría decirle a Dios. Está molesto con Dios; ve que el mundo a su alrededor está lleno de violencia y maldad, y quiere saber por qué Dios no hace nada. Habacuc ha estado orando y clamando a Dios por ayuda, pero parece que no pasa nada. El mal está ganando y Dios está en silencio.
Ante esa situación, muchas personas pierden la fe. Pero Habacuc hace algo diferente. Se va a colocar como un hombre en una torre de vigilancia y mirar hacia el horizonte, para ver si la respuesta de Dios está en camino. En el fondo, enojado o no, Habacuc todavía confía en que Dios lo escuchará.
¡Y Dios lo escucha! Viene una respuesta, una respuesta a todo este mal. Puede parecer lento, pero Dios está enviando ayuda. Y mientras tanto, Habacuc estará esperando y confiando.
¿Qué respuesta envió Dios? Él envió una respuesta que nadie podría haber predicho: Él mismo vino, como un pequeño bebé humano, nacido en nuestro mundo para salvarnos. ¿Quién podría esperar que una persona tan débil ganara la guerra contra el mal? Y, sin embargo, lo hizo, no de la manera que podríamos haber esperado, a través de la fuerza, sino a través de Su propio sufrimiento, muerte y resurrección. El escritor de Hebreos explica por qué Jesús tomó nuestra carne y nuestra sangre: «para que por medio de la muerte destruyera al que tenía el dominio sobre la muerte, es decir, al diablo, y de esa manera librara a todos los que, por temor a la muerte, toda su vida habían estado sometidos a esclavitud» (Hebreos 2:14b-15).
Ahora, cuando nos afligimos por la violencia y el mal en nuestro mundo, tenemos este consuelo: que Dios ha visto nuestra angustia y nos ha respondido. Los males de este mundo tendrán un final completo cuando Jesús regrese en gloria. Ya ha ganado la guerra. Y así lo esperamos con esperanza y confianza.
ORACIÓN: Querido Señor, ven pronto y tráenos tu paz, bendición y bondad. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Cómo encuentras ayuda en Dios cuando sufres?
* ¿Cuándo ha obrado Dios a través de ti para ayudar a alguien que está sufriendo?
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