Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia y mediante la resurrección de Jesucristo nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, para que recibamos una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera. Esta herencia les está reservada en los cielos a ustedes, que por medio de la fe son protegidos por el poder de Dios, para que alcancen la salvación, lista ya para manifestarse cuando llegue el momento final.
1 Pedro 1:3-5
¿Qué significa vivir con esperanza? Significa tener algo que esperar. Considerar que lo que viene es mejor que lo que tenemos. Lo contrario es desesperar, no esperar nada… suponer que lo venidero sólo puede ser peor, que nada podrá revertir la situación presente.
¿Cómo funciona nuestra mente y corazón frente a situaciones tan extremas como la muerte? ¿En qué se refugia nuestro pensamiento cuando perdemos a un ser amado? ¿En qué podemos pensar frente a nuestra propia muerte, ante una enfermedad terminal? ¿Hay algo bueno en lo cual pensar?
La esperanza cristiana frente a la muerte es más que mero optimismo. Tiene donde afirmarse. Las palabras del apóstol Pedro son un bálsamo para quien enfrenta la muerte. La resurrección de Jesús de entre los muertos lo cambia todo. Esa esperanza es como un motor que mantiene vivo nuestro espíritu, que nos permite ver el mundo y el futuro de otra manera. Es comparado a una herencia que nos está esperando, que ya es nuestra, que vamos a poder disfrutar en plenitud. Nuestro capital no son los logros alcanzados de vez en cuando; ¡es la herencia que Cristo nos ha conseguido!
Esa herencia está disponible para todos los que creemos. Conocer a Cristo y su obra, reconocerle como Señor y Salvador, nos transforma en herederos de una fortuna incalculable. Es como nacer de nuevo, en una familia millonaria. Es ver el mañana glorioso a través de los nubarrones del presente. Y es para ti y para mí.
ORACIÓN: Te alabo y bendigo, Padre, por la esperanza a la que puedo renacer. Por Jesús. Amén.
Prof. Antonio R. Schimpf – Seminario Concordia, Buenos Aires, Argentina
Para reflexionar:
•¿Cómo te has consolado ante la pérdida de un ser querido?
•¿De qué manera afecta tu vida la resurrección de Jesús?
•¿Qué necesitas para tener la certeza de la que habla el apóstol Pedro?
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