Dios, que muchas veces y de distintas maneras habló en otros tiempos a nuestros padres por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y mediante el cual hizo el universo. Él es el resplandor de la gloria de Dios. Es la imagen misma de lo que Dios es. Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder
(Hebreos 1:1-3b).
Mi abuelo, mi tío, mi hermano, mi hijo y mi nieto de 2 años, todos llevan el nombre Alejandro. Esa tradición nació para mostrar la estrecha relación entre nuestra familia. Son cinco personas que representan cinco generaciones, pero que pertenecen a una familia unida. Ahora, si bien comparten algunas características físicas, estos “Alejandros” no son la “misma imagen” uno del otro.
En estos primeros versículos de la carta a los hebreos, tenemos una breve introducción acerca de Jesús y la estrecha relación que existe entre el Padre y el Hijo, quien es la “imagen misma” de Dios. ¡Qué consuelo es saber que el Dios Trino nos ha aclarado su lugar, su posición, su poder y su propósito a través de Jesús! Porque la Trinidad no solo comparte identidad, sino que también comparte autoridad y poder.
Como heredero e hijo, Jesús tiene el poder completo que sostiene al universo con la palabra de su poder. Saber que Dios habló a mis padres me da a entender que Dios también me habla a mí, aunque ahora ya no sea por medio de profetas sino a través de Jesús. ¡Qué maravilloso es que Dios quiera relacionarse conmigo y quiera que yo también esté en el resplandor de su gloria!
Señor, vuelve tu rostro hacia mí y ayúdame a apreciar cuán inmensurable es tu gracia. Enséñame a ver el resplandor de tu gloria y saber que me sostendrás en todas las circunstancias de la vida. Te doy gracias, Señor, por tu amor perfecto. Amén.
Sra. Melissa Salomón
Para reflexionar
- ¿De qué manera ha demostrado Dios su amor por ti?
- ¿De qué manera puedes demostrar el amor de Dios a quienes te rodean?
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