Así que, hermanos, tenemos una deuda pendiente, pero no es la de vivir en conformidad con la carne, porque si ustedes viven en conformidad con la carne, morirán; pero si dan muerte a las obras de la carne por medio del Espíritu, entonces vivirán. Porque los hijos de Dios son todos aquellos que son guiados por el Espíritu de Dios. Pues ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice nuevamente al miedo, sino que han recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados
(Romanos 8:12-17).
¿Has visto uno de esos videos donde los padres les dan la noticia a sus hijos de que al fin se han finalizado los trámites de su adopción y ahora tienen su apellido y todo lo que eso conlleva? ¡Es para llorar de alegría por horas! Los chicos saltan, gritan, bailan, abrazan a sus padres. Recibir un nuevo apellido y ser adoptados es algo maravilloso. Es un nuevo comienzo. Es el inicio de sueños, metas y nuevas relaciones familiares. Tú y yo hemos recibido esa maravillosa noticia en nuestro bautismo. Tenemos un nuevo apellido, y todo lo que ese apellido conlleva. Ya no estamos esclavizados por nuestros impulsos pecaminosos ni obligados a ceder ante los deseos que nos alejan de Dios. La gracia de Jesús nos ha dado la fuerza para decir que «no» a esas voces negativas que intentan dominar nuestro ser.
Ahora podemos vivir repudiando el pecado. Ahora podemos dar muerte a las obras de la carne por medio del Espíritu, aprendiendo a despojarnos de lo que no nos beneficia y abrazando lo que nos acerca a Dios y a nuestra verdadera identidad con nuestro nuevo apellido. Estamos llamados a vivir en libertad. Saber que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo nos llena de un sentido de destino y esperanza. Entonces nos dan ganas de saltar, gritar, bailar, abrazar a nuestro Padre, llorar de alegría. Y es que recibir un nuevo nombre como hijos de Dios y ser adoptados por él es maravilloso. Es un nuevo comienzo. Es el inicio de sueños, metas y nuevas relaciones.
Señor, reconocemos que, si vivimos en conformidad con la carne, moriremos; pero si damos muerte a las obras de la carne por medio de tu Espíritu, entonces viviremos. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos tuyos. Y si somos hijos, somos también herederos; herederos tuyos y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Amén.
Para reflexionar:
* Medita en lo que conlleva un estilo de vida marcado por renunciar al pecado y rechazar las influencias del mal. ¿Cómo puede esto influir en tus decisiones y acciones diarias?
* Considerando la analogía de recibir un nuevo apellido al ser adoptados por Dios, ¿de qué manera esta comprensión profunda de tu identidad como hijo de Dios puede impactar tu sentido de propósito, destino y esperanza en la vida?
Diaconisa Noemí Guerra
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