Miren cuánto nos ama el Padre, que nos ha concedido ser llamados hijos de Dios. Y lo somos. El mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él porque lo veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Todo aquel que comete pecado, quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley. Y ustedes saben que él apareció para quitar nuestros pecados, y en él no hay pecado. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no lo ha visto, ni lo ha conocido. Hijitos, que nadie los engañe, el que hace justicia es justo, así como él es justo.
1 Juan 3:1-7
Estoy esperando la llamada de una amiga. Me temo que serán malas noticias y que estará muy angustiada. Sé que necesita amor, atención, cuidado, consuelo, cosas que en estos momentos no se los puedo dar. Y eso me asusta.
Pero Dios sí puede. Y entonces, siguiendo el ejemplo de su Hijo, le pido que me dé su Espíritu Santo, que me llene, me use, me ayude a saber cuándo hablar y cuándo callar, todas esas cosas difíciles que no puedo hacer por mi cuenta, pero que Dios sí hará por medio de Jesucristo, mi Salvador. Y así, Dios se muestra a través de mí. Hay un parecido familiar que comienza a mostrarse, completamente por Su gracia. Y puedo confiar en que Dios hará las cosas difíciles a través de mí.
Esto es parte de lo que significa ser hijos de Dios: que Dios está viviendo en nosotros y rehaciéndonos a la imagen de Jesús, a todos los que confiamos en Él y a quienes se les ha dado vida real a través de Su muerte y resurrección. Somos polvo, es cierto; pero somos polvo que Dios ha llevado a Su familia. Él está estampando su imagen sobre nosotros, fresca y nueva. Él se mostrará al mundo a través de nosotros, así como lo hizo a través de Su amado Hijo Jesús, nuestro Salvador y nuestra Vida. No somos nosotros los que nos rehacemos. Él lo está haciendo y ciertamente lo logrará. ¡Y cuán felices seremos cuando veamos Su obra terminada!
ORACIÓN: Señor, acércame a Ti y sigue rehaciéndome a Tu semejanza. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Qué significa para ti parecerse a Dios como uno de sus hijos?
* ¿En qué área de tu vida te gustaría que Jesús brillara más a través de ti?
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