Entonces Pedro se puso de pie, junto con los otros once, y con potente voz dijo: «Varones judíos, y ustedes, habitantes todos de Jerusalén, sepan esto, y entiendan bien mis palabras. […] Varones israelitas, escuchen mis palabras: Jesús nazareno, que fue el varón que Dios aprobó entre ustedes por las maravillas, prodigios y señales que hizo por medio de él, como ustedes mismos lo saben, fue entregado conforme al plan determinado y el conocimiento anticipado de Dios, y ustedes lo aprehendieron y lo mataron por medio de hombres inicuos, crucificándolo. Pero Dios lo levantó, liberándolo de los lazos de la muerte, porque era imposible que la muerte lo venciera. De él dice David: Siempre veía al Señor ante mí. Él está a mi derecha, y nada me perturbará. […] Pues a este Jesús Dios lo resucitó, y de eso todos nosotros somos testigos».
(Hechos 2:14, 22-25, 32)
Pedro describe de forma interesante la razón por la cual Jesús resucitó de entre los muertos. Él dice: «porque era imposible que la muerte lo venciera». ¡Suena extraño! La mayoría de nosotros describiríamos la resurrección como imposible. Pero para Pedro es al revés: para Jesús permanecer muerto sería imposible, su resurrección es completamente esperada.
¿Por qué? Porque la muerte está relacionada con el pecado. Dios nos dice que «como el pecado entró en el mundo por un solo hombre, y por medio del pecado entró la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron» (Romanos 5:12). Desde la época de Adán y Eva, el ser humano se ha rebelado contra Dios. Somos personas rotas, viviendo en un mundo roto contaminado por el mal. Y una de las consecuencias de esto es la muerte.
Entonces, ¿qué pasa con Jesús? ¿Es un pecador? No, absolutamente no. De acuerdo con su naturaleza humana, Jesús es lo que Dios quiso que todos fuéramos: santos, sanos, completos y en paz. No hay nada en Jesús que esté peleando con Dios el Padre, y no hay nada en Jesús que esté peleando con alguna otra parte de su naturaleza. Por lo tanto, la muerte no puede retener a Jesús por más tiempo del que él se ofrece como voluntario para permanecer bajo su poder. Porque para salvarnos, Jesús tomó nuestro pecado y nuestro quebrantamiento sobre sí mismo. Como dice Isaías, «Con todo, él llevará sobre sí nuestros males, y sufrirá nuestros dolores, mientras nosotros creeremos que Dios lo ha azotado, lo ha herido y humillado. Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados. Todos perderemos el rumbo, como ovejas, y cada uno tomará su propio camino; pero el Señor descargará sobre él todo el peso de nuestros pecados.» (Isaías 53:4-6).
Cuando Jesús asumió nuestro pecado, asumió también nuestra muerte. Probó la muerte en nombre de todos nosotros. Y cuando terminó con la muerte, resucitó de entre los muertos para nunca más morir. La muerte no tiene poder sobre Él. Y debido a que Jesús comparte su victoria con nosotros, la muerte tampoco tiene poder sobre nosotros. Un día Jesús nos resucitará a todos de entre los muertos, en cuerpo y alma juntos. Y celebraremos y nos alegraremos.
Señor, gracias por resucitar de entre los muertos y abrirme así los cielos. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1. ¿Qué otras cosas, además de la muerte, no tienen poder sobre Jesús?
2. ¿Qué significa para tu vida y tus problemas que Jesús tiene todo el poder
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