Dios el Señor me ha dado una lengua de sabios, para saber cómo consolar a los cansados. Todas las mañanas despierta mis oídos para que escuche como los sabios. Dios el Señor me ha abierto los oídos, y yo no he sido rebelde ni he intentado huir. A los que me herían les ofrecí la espalda, y a los que me arrancaban la barba les ofrecí la mejilla; no escondí mi rostro de las injurias ni de los escupitajos. Dios el Señor me ayudará, así que no me avergonzaré. Por eso endurecí mi rostro como piedra, pues bien sé que no seré avergonzado. Mi salvador está cerca de mí; levantémonos y veamos quién se atreve a contender conmigo. ¡Que se enfrente a mí el que quiera acusarme! ¡Fíjense bien! Dios el Señor es quien me ayuda; ¿quién puede condenarme? Fíjense y verán que todos ellos se envejecerán como la ropa; ¡serán carcomidos por la polilla! ¿Quién de ustedes teme al Señor y oye la voz de su siervo? Si hay alguien que ande en tinieblas y carezca de luz, que confíe en el nombre del Señor, y que se apoye en su Dios.
Isaías 50: 4-10
¿Te has preguntado alguna vez cómo fue para Jesús vivir entre nosotros como hombre entre otros seres humanos? Sabemos que pasó mucho tiempo en oración y sabemos que confiaba constantemente en su Padre para todo lo que hacía y decía. Pero su experiencia interna es un misterio.
Por eso me encanta este pasaje de Isaías, porque nos da la propia voz de Jesús describiendo cómo fue caminar y vivir entre nosotros como nuestro Salvador.
¡Y lo sorprendente es que su experiencia se parece mucho a la nuestra! Dice «el Señor me ha dado una lengua de sabios», es decir, Jesús se considera a sí mismo como un aprendiz de Dios el padre. Al vivir como un ser humano, se humilla a sí mismo y es uno de los que escucha «como los sabios», al igual que nosotros. Él confía en el Padre y el Espíritu para darle lo que necesita, «para saber cómo consolar a los cansados». Él confía en el Padre y el Espíritu para guiarlo a lo que debe decir y hacer por nosotros, y esto lo hace a diario: cada mañana se despierta para escuchar lo que Dios el Padre quiere que haga en este día.
Pero su vida de humildad va más allá de aprender y tomar dirección. También obedece al Padre, incluso cuando está claro que le aguardan dolor y sufrimiento. Él dice: «Dios el Señor me ha abierto los oídos, y yo no he sido rebelde». Esta es probablemente una referencia a una ceremonia de perforación de orejas del Antiguo Testamento que los esclavos pedirían en la rara ocasión en que se suponía que debían ser liberados, pero decidieron que preferían quedarse para servir a su amo toda la vida. Jesús se alegra de ser el Siervo del Señor para siempre, aunque sabe que lo lleva a la cruz.
Y ahora que ha triunfado sobre la muerte y el diablo, Jesús nos invita a recorrer el mismo camino que Él: «¿Quién de ustedes teme al Señor y oye la voz de su siervo? Si hay alguien que ande en tinieblas y carezca de luz, que confíe en el nombre del Señor, y que se apoye en su Dios». Podemos confiar en nuestro Señor Jesús, el Siervo sufriente, para que nos guíe, porque Él ha recorrido nuestro camino hasta el final y ganó la salvación para nosotros. Él nos comprende y nunca estaremos solos.
ORACIÓN: Señor, tú sabes lo que pasamos en esta vida. Ayúdame a confiar en ti cuando mi camino esté oscuro. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Te sorprende que Jesús deje a un lado muchos de sus derechos y poderes como Dios el Hijo mientras vive en la tierra?
* ¿Qué cosas prácticas específicas haces para encontrar ayuda cuando atraviesas momentos de oscuridad en tu vida?
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