Pues les digo que Cristo Jesús vino a ser siervo de los judíos para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a nuestros antepasados, y para que los que no son judíos glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: «Por tanto, yo te confesaré entre las naciones, Y cantaré salmos a tu nombre.» Y en otra parte dice: «Alégrense, naciones, con su pueblo.» Y también dice: «Alaben al Señor todas las naciones, Y exáltenlo todos los pueblos.» Y otra vez dice Isaías: «Se alzará la raíz de Yesé; se levantará a gobernar a las naciones, las cuales pondrán en él su esperanza.» ¡Que el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en la fe, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo!
(Romanos 15:8-13).
Hace poco se me dañó mi computadora y ordenamos una nueva, que iba a llegar cuando yo iba a estar fuera de la ciudad. El problema era que, si nadie respondía a la puerta, el cartero se iba a ir sin dejar la computadora en casa, y todo se iba a complicar. Así que me aseguré de que uno de mis hijos estuviera en casa ese día para firmar el recibo de mi nuevo juguete, quiero decir, herramienta de trabajo. Sin embargo, a último momento hubo un cambio de planes y pude estar en casa en la fecha indicada. ¡Estaba como niño en Navidad! Me senté en la sala a esperar que sonara el timbre de la puerta y cuando sonó, salí corriendo a recibir al cartero. ¡Casi lo abrazo de la alegría que tenía de recibir mi nueva computadora!
Algo así, multiplicado por infinito, es lo que debemos sentir con este pasaje que nos habla de la maravillosa obra de Cristo. Jesús vino como siervo para cumplir las promesas bíblicas, para que tanto judíos como gentiles podamos glorificar a Dios por su misericordia. ¿No te dan ganas de abrazar a alguien? ¡Qué buena noticia! Antes estábamos en un estado de desesperanza sin Cristo. Sin embargo, Dios en su fidelidad, levantó a Jesús como la raíz de Yesé, el Salvador esperado, y en él todos estamos unidos en la fe.
¡Lo que tanto esperábamos y necesitábamos está aquí! La misericordia de Dios se nos ha extendido a todos, sin importar nuestro origen o situación actual. En Cristo Jesús encontramos la alegría, paz y esperanza que tanto necesitamos. ¡Aleluya!
Padre, gracias porque Cristo Jesús vino para mostrar tu verdad, para confirmar tus promesas y para que te glorifiquemos por tu misericordia. Por tanto, te confesaremos entre las naciones, y cantaremos salmos a tu nombre. Nos alegramos, te alabamos y te exaltamos porque se alzó la raíz de Yesé; se levantó a gobernar a las naciones, las cuales ponen en él su esperanza. Llénanos de todo gozo y paz en la fe, para que rebocemos de esperanza por el poder del Espíritu Santo. Jesús, tu Palabra, se hizo carne y cumplió tus promesas. ¡Grande es tu misericordia por nosotros! ¡Tu fidelidad permanece para siempre! ¡Aleluya! Amén.
Para reflexionar:
* Medita en las formas en las que experimentas la misericordia de Dios en tu vida.
* ¿De qué formas puedes expresar tu gratitud y alegría por ello?
Diaconisa Noemí Guerra
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