Entonces Jesús se volvió a ver a los discípulos, y reprendió a Pedro. Le dijo: “¡Aléjate de mi vista, Satanás! ¡Tú no piensas en las cosas de Dios sino en cuestiones humanas!”. Luego llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: “Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
Marcos 8:33-35
No siempre lo que consideramos bueno termina siendo tan bueno. El humanismo está cargado de buenas intenciones, tales como evitar el sufrimiento a toda costa, aunque tiene una mirada demasiado optimista sobre la capacidad del humano para hacer lo bueno. Pero el drama de una humanidad pecadora, perdida y condenada, no podía resolverse con mero optimismo. Hacía falta un plan de otra naturaleza.
Seguramente Pedro hoy sería aplaudido por su gesto altruista: evitarle a Jesús el padecimiento al que estaba destinado. Era una actitud humanista. Pero el drama que necesitaba solución debía mirarse desde otra óptica. Había que pensar en las cosas de Dios, y Pedro no logra hacerlo.
Hoy los humanos seguimos como Pedro. Cuando apoyamos a una joven para que aborte porque el hijo no deseado podría arruinar su futuro académico o profesional, estamos mirando a la manera de los hombres y no a la de Dios. Queriendo “darle una mano” a Dios, al destino o al futuro, estamos yendo contra los planes de Dios. La falta de fe y confianza en Dios disfraza de sabiduría lo que es necedad.
La vida en pos de Cristo es aceptación de los planes de Dios. Es aceptar, en primer lugar, que Él tenía que morir por la maldad de nuestro pecado. Lo que parece pérdida, termina siendo ganancia. Lo que parece derrota, es victoria. Lo que parece injusto, la muerte inocente de Jesús nos justifica ante Dios.
ORACIÓN: Padre celestial: ayúdame a ver las cosas como las ves tú. Quiero confiar en tus planes. Por Jesús. Amén.
Prof. Antonio R. Schimpf – Seminario Concordia, Buenos Aires, Argentina
Para reflexionar:
•¿De qué manera has intentado evitarle el sufrimiento a alguien? ¿Fue bueno o malo?
•¿Qué cosas puede producir Dios en nosotros si sufrimos con fe?
•¿A qué planes de Dios te has opuesto en tu vida?
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