El mensaje de la cruz es ciertamente una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, es decir, para nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé la inteligencia de los inteligentes». ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que escudriña estos tiempos? ¿Acaso no ha hecho Dios enloquecer a la sabiduría de este mundo? Porque Dios no permitió que el mundo lo conociera mediante la sabiduría, sino que dispuso salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
Los judíos piden señales, y los griegos van tras la sabiduría, pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, que para los judíos es ciertamente un tropezadero, y para los no judíos una locura, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
(1 Corintios 1:18-25)
¿Qué sucede cuando tus amigos no cristianos descubren que sigues a Jesús? ¿Se ven confundidos? ¿Alguna vez te preguntan cómo puedes creer esas cosas? Realmente, es difícil culparlos. Estás siguiendo a un Dios crucificado. ¿Cómo tiene sentido eso?
Nuestra cultura nos enseña a tomar el poder, a usar cualquier influencia que tengamos para llegar a la cima. Muchos de nuestros líderes políticos alardean abiertamente de las personas a las que han pisoteado y de las normas que han quebrantado para salirse con la suya. ¡Y reciben honor por ello! Seguir a un Salvador crucificado es ponerse del lado de los perdedores: aceptar las burlas, admitir que no eres el número uno. ¿Por qué harías eso?
Tratar de explicarlo puede ser vergonzoso. «Bueno, es porque lo amo». ¡Eso puede ser realmente difícil de decir! Pero es la verdad, ¿no? Lo amamos, ¿y por qué? Porque Él nos amó primero. Porque nos amó tanto que entregó su vida en la cruz para rescatarnos a nosotros, personas que no tenían nada que ofrecerle excepto pecado, problemas y dolor. Pero Él nos anhelaba y estaba dispuesto a sufrir y morir para tenernos, sí, y resucitar de entre los muertos para que pudiéramos vivir con Él para siempre. Ese es el Dios que conocemos, ese es el Jesús en quien confiamos. Y por Él, estamos dispuestos a aceptar pérdidas: vergüenza social, amistades rotas, pérdida del poder y el prestigio que podríamos haber tenido si hubiéramos estado dispuestos a desobedecerle a él. Con razón Pablo dice: «¡La palabra de la cruz es locura para los que se pierden!».
Entonces, ¿cómo rayos podemos hablarles a estas personas acerca de Jesús cuando todo les parece tan tonto? Podemos vivir nuestras vidas abiertamente frente a ellos, permitiéndoles ver por sí mismos que, aunque sufrimos y luchamos como todos los demás en nuestro mundo quebrantado, tenemos algo en nuestras vidas que es diferente: una fuente de paz, esperanza y fuerza que nos hace vencer. Puede tomar años, pero lo notarán y eventualmente se interesarán.
A medida que el Espíritu Santo nos haga más y más como Jesús en la forma en que hablamos y nos comportamos, la gente se interesará, y entonces podremos hablarles de Jesús.
ORACIÓN: Padre Celestial, mantén nuestra fe fuerte en el amor injustificado que tienes por nosotros. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Cuántos amigos no cristianos tienes?
* Piensa en un momento en que alguien te preguntó sobre el hecho de que eres cristiano. ¿Cómo fue la conversación?
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