Entonces Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres». Le respondieron: «Nosotros somos descendientes de Abrahán, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir: ‘Ustedes serán libres'»? Jesús les respondió: «De cierto, de cierto les digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres».
Juan 8:31-36
«Somos descendientes de Abrahán, y jamás hemos sido esclavos de nadie». ¿Cómo pudieron olvidar la esclavitud en Egipto, que era el motivo de la celebración de la Pascua, su mayor fiesta nacional? En la Pascua, los judíos recordaban cómo Dios los había liberado y salvado.
A veces nosotros somos iguales. Solo que nuestra esclavitud es algo aún más grande y más peligroso: estamos esclavizados al pecado. ¿Qué es exactamente el pecado? Es esa tendencia horrible que tenemos por naturaleza que nos impide hacer lo correcto, incluso cuando lo deseamos desesperadamente. Es ese impulso que nos empuja a hacer lo que sabemos que está mal y ante el cual, no importa cuán duramente luchemos, resbalamos y cedemos. Es esa adicción, esa esclavitud, como Jesús lo llama, que rige nuestras vidas y distorsiona todas las cosas buenas que intentamos hacer. Es la razón por la que nadie honesto puede decir: «Tengo las manos totalmente limpias. Nunca he hecho nada malo o vergonzoso».
Dios sabe que necesitamos ayuda. Sabemos que necesitamos ayuda cuando luchamos contra el pecado con todas nuestras fuerzas y nos quedamos cortos. Y Jesús nos promete esa ayuda. Él promete liberarnos: «Si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres».
¿Cómo puede liberarnos? Por quién él es: Hijo de Dios e Hijo del hombre. Por lo que ha hecho, porque ha pagado el precio de nuestra libertad a través de su sufrimiento, muerte y resurrección; por su amor por nosotros, que nos da la libertad como un regalo sin condiciones.
ORACIÓN: Señor Jesús, dame tu libertad y ayúdame a vivir en ella por el poder de tu Espíritu Santo. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Cuál es una tentación de pecar con la que has luchado?
2.- ¿Cómo te ha ayudado Dios a obtener la libertad?
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