[Dice el Señor] Todos ustedes, los que tienen sed: Vengan a las aguas; y ustedes, los que no tienen dinero, vengan y compren, y coman. Vengan y compren vino y leche, sin que tengan que pagar con dinero. ¿Por qué gastan su dinero en lo que no alimenta, y su sueldo en lo que no les sacia? Escúchenme bien, y coman lo que es bueno; deléitense con la mejor comida. Inclinen su oído, y vengan a mí; escuchen y vivirán. Yo haré con ustedes un pacto eterno, que es el de mi invariable misericordia por David. Yo lo puse como testigo para los pueblos, y como jefe y maestro de las naciones. Por causa del Señor tu Dios, por el Santo de Israel que te ha honrado, llamarás a gente que no conocías; pueblos que nunca te conocieron correrán a ti.
Isaías 55:1-5
Hace algunos años tuve que hacer muchos trámites de inmigración para la comunidad vietnamita de St. Louis. Hacer el papeleo correctamente es muy difícil: hay páginas y páginas y páginas de cosas para completar. Así que todos los domingos me sentaba en un escritorio en la iglesia y ayudaba a las personas a llenar sus solicitudes, sin cobrarles nada.
Ahora odio el papeleo. Pero me quedé estupefacta al descubrir que algunas personas, incluidos algunos de mis propios parientes, no venían a pedirme ayuda a mí, sino que iban con otras personas de la comunidad que hablaban muy poco inglés… y que les cobraban un disparate por ayudarlas a llenarlos ¡en forma equivocada!
¿Por qué preferirían de esa forma, en vez de buscar la ayuda de alguien que sabía inglés y que no les cobraba nada? Finalmente, alguien me dijo: «Como lo hacías gratis, no pensamos que pudiera ser bueno».
Eso es más o menos lo que le hacemos a Dios, ¿no? Él nos dice: «Todos los que tengan sed: Vengan a las aguas, los que no tienen dinero, vengan y compren, y coman… Inclinen su oído, y vengan a mí; escuchen y vivirán». Dios nos ofrece vida, esperanza, alegría, perdón, sanidad, consuelo, un lugar al que pertenecer; y nosotros nos alejamos como compradores nerviosos. ¿Cómo podría ser real? ¡El precio es muy bajo!
Excepto que no lo es. Oh, para nosotros el precio es bajo, de hecho, es completamente gratis. Pero eso solo es posible porque Dios mismo ha pagado ese precio en su totalidad. Eso es lo que Jesús vino a hacer cuando se convirtió en ser humano. Le costó algo dejar a un lado su gloria, nacer entre nosotros en la pobreza, pasar años cubriendo las necesidades de multitudes de personas, sufrir, morir y ser enterrado. Jesús pagó ese precio, y lo hizo con gusto: porque nos ama.
¿Deberíamos sentirnos mal por eso? ¡De hecho no! Lo que Dios quiere de nosotros es simple: «¡Ven… ven… ven!» , nos dice. «Deléitense con la mejor comida… escuchen y vivirán. Yo haré con usted un pacto eterno, que es el de mi invariable misericordia». No hay ninguna trampa, ni ningún costo oculto, ni ninguna sorpresa final. Lo que Dios quiere es que seas bendecido, que seas su hijo amado, que compartas la vida de resurrección de Jesús, nuestro Salvador. ¡Así que pruébalo!
ORACIÓN: Querido Señor, en un mundo lleno de personas no confiables, ayúdame a confiar en ti. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Alguna vez te has perdido algo bueno porque creías que era demasiado bueno para ser verdad?
2.- ¿Cómo sabes que Dios es confiable?
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