El reino de los cielos es semejante al dueño de una finca, que salió por la mañana a contratar trabajadores para su viña. Convino con ellos en que les pagaría el salario de un día, y los envió a su viña. Como a las nueve de la mañana, salió y vio en la plaza a otros que estaban desocupados, y les dijo: «Vayan también ustedes a mi viña, y les pagaré lo que sea justo». Y ellos fueron.
(Mateo 20:1-4).
Cuando era joven y buscaba trabajos de verano, los jefes a menudo me preguntaban: «¿Cuánto dinero quieres?». Acordándome de esta parábola, les respondía: «Lo que a usted le parezca justo». Siempre fueron justos y equitativos. Ahora, como adulta, creo que podría ser una forma arriesgada de negociar un salario. ¡No todos los jefes son justos y equitativos! Pero Dios sí lo es, y más aún, es generoso.
Miremos a estos trabajadores, los que vienen a mitad del día. No se detienen a discutir con el amo sobre su salario. Saben que tienen suerte de conseguir un trabajo tan tarde. Y entonces van a los viñedos, y se sorprenden agradablemente al final del día cuando ganan el mismo dinero que las personas que fueron contratadas primero. ¡Probablemente se preguntaron qué pasó con el amo, para hacerlo tan ilógico! Pero no estaban dispuestos a discutir con él. Tomaron sus salarios de regalo y se fueron felices.
Lo mismo es cierto para nosotros. Venimos a Jesús como obreros en su viña. Algunos de nosotros llegamos temprano, bautizados en la infancia. Algunos llegaron mucho más tarde, a los sesenta o setenta, o incluso en sus lechos de muerte. No importa. Jesús da su regalo de vida, salvación y perdón a todo su pueblo. Él es generoso. Y su generosidad es nuestra salvación.
Jesús nos llama a Él cada vez que nos ve parados, desempleados, sin reclamar, sin redimir. Él nos hace suyos a través de su muerte en la cruz por nosotros. Él pone su propia vida de resurrección dentro de nosotros, para que salgamos a cuidar de otras personas como Él ha cuidado de nosotros. Y cuando finalmente lleguemos a su reino, recibiremos nuestro salario de regalo: no lo que hemos merecido, sino lo que Él ha merecido y nos ha regalado gratuitamente por amor.
¡Qué maravilloso Señor!
Querido Jesús, envíanos a tu viña y utilízanos como mejor te parezca. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
*¿Crees que el dueño de la finca tuvo dificultad para contratar trabajadores a partir de ese momento?
*¿Qué sientes al pensar que todos van a obtener la medida completa de la generosidad de Dios?
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