Todavía añadió David: «El Señor me ha librado de las garras de leones y de osos, y también me librará de este filisteo».
1 Samuel 17:37a
En la vida nos enfrentamos a muchos gigantes como Goliat. Vienen a nosotros en forma de incertidumbres, miedos y mentiras que hieren al pueblo de Dios y tratan de dejar de lado sus promesas. Todos estos «Goliat» son consecuencias del pecado que entró en el mundo a través de Adán y se ha transmitido a todos (ver Romanos 5:12).
Muchas veces, como Israel, creemos que tenemos que enfrentar estos gigantes usando nuestra propia fuerza. Hacerlo es casi tan inútil como lo habría sido para un israelita derribar a Goliat. La razón y el sentido común nos dicen que ya hemos perdido. Lo que necesitamos en esos momentos es saber que tenemos a alguien que conquistará por nosotros. Lo que necesitamos es una fe que confíe en Dios para la liberación.
Quienes estaban allí para ver la batalla de David y Goliat, podrían haber pensado que el joven pastor era su Salvador. Pero no era así. Él fue solo el medio por el cual el Señor rescató a su pueblo. El poder supremo que derribó a Goliat no pertenecía a David ni a su habilidad con la honda: Goliat fue derribado por Dios.
Las cosas no son muy diferentes hoy. Cuando nos mira, Dios ve que, debido a nuestra naturaleza pecaminosa, no podemos luchar solos contra el atemorizante Goliat en nuestras vidas. Él sabe que nuestra liberación solo será por su mano. Es para ese propósito que envió a su Hijo a ser nuestro salvador. En Jesús, Satanás es derrotado y la salvación es otorgada a aquellos que creen en Él como su salvador.
Esto me lleva a preguntar: ¿Hay un Goliat invadiendo tu vida en este momento? ¿Necesitas una victoria duradera sobre tu enemigo? Si respondes «sí» a ambas preguntas, comienza pidiéndole al Espíritu Santo que aumente tu fe en Jesucristo. Él ya ha vencido a los enemigos de la humanidad, y también puede hacer lo mismo con tus oponentes.
Gracias a Jesús podemos estar seguros que siempre estaremos protegidos en su tierno amor y misericordia. Allí encontraremos la seguridad que nos mantendrá firmes por siempre.
ORACIÓN: Querido Dios, gracias por enviar a Jesucristo, mi salvador. En virtud de su sacrificio, ningún Goliat puede asustarme y alejarme de ti. Concédeme la gracia de saber que siempre serás mi escudo y mi libertador. En el nombre de Jesús. Amén.
Jeremías Meyer
Para reflexionar:
1.- ¿Alguna vez has experimentado un escape o rescate poco probable de una situación peligrosa? ¿Cómo fue?
2.- ¿Qué inspiración recibes de la historia de David y Goliat?
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