En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús, y le preguntaron: «¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?». Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: «De cierto les digo, que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humilla como este niño es el mayor en el reino de los cielos; y cualquiera que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí. A cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino, y que lo hundieran en el fondo del mar…».
»Tengan cuidado de no menospreciar a uno de estos pequeños, porque yo les digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que se había perdido. ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las otras noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se ha perdido? Si llega a encontrarla, de cierto les digo que se regocijará más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se perdieron. Del mismo modo, el Padre de ustedes, que está en los cielos, no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños».
(Mateo 18:1-6, 10-14).
¿Quiénes son esos «pequeños» a quienes Dios protege con terrible juicio sobre cualquiera que los desvíe, esas ovejas perdidas que Dios se niega a ver perecer?
¿Son los niños? Sí, pero también lo son las personas vulnerables de cualquier edad: los ignorados, los rechazados o incluso perjudicados por quienes tienen más estatus, poder o dinero. Son los solitarios, los desaparecidos, los desapercibidos. Todos ellos son una preocupación especial para Dios, porque no pueden defenderse. A todos ellos Dios los ama porque Él los creó y Jesús entregó su vida para redimirlos.
Si eres uno de estos pequeños (¿y quién no lo es en algún momento de su vida?), alégrate. Dios te ama y te está prestando atención. Y si conoces a alguien así, sé feliz. Porque Dios te ha dado el honor de amar y servir al Señor de señores, amando y sirviendo a esa persona.
Querido Señor, abre mis ojos para ver a los pequeños a mi alrededor a quienes Tú amas tanto. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
*¿A qué «pequeño» puedes servir y amar hoy?
*¿Cómo crees que Jesús reacciona a tus esfuerzos por mostrar amor? (Ver Mateo 25:31-40).
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