Se reunieron entonces los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio de Caifás, el sumo sacerdote, y con artimañas buscaban cómo arrestar a Jesús para matarlo.
Mateo 26:3-4
La vida debería sonreírle a Ryan: tiene una madre y un padre que lo quieren mucho, vive en una zona linda de la ciudad, y además es un excelente alumno en un buen colegio secundario. Sí, la vida debería sonreírle.
Pero aparentemente no es así. Los padres de Ryan descubrieron que su hijo estaba planeando hacer volar su escuela. La policía descubrió que Ryan había experimentado con varios explosivos, tenía un mapa de la escuela, sabía dónde iba a poner las bombas, y hasta había hecho una grabación para que la vieran después que muriera.
La historia de odio y violencia de Ryan contra sus compañeros se ha convertido en algo demasiado común. Pero hay un elemento que hace que la historia de Ryan sea diferente. De acuerdo a una agencia de noticias, al ser arrestado Ryan le dijo a la policía que «quería morir e ir al cielo y una vez que estuviera allí quería matar a Jesús«.
Quería matar a Jesús. Todo lo que puedo decir es: «Ryan, saca número y ponte en fila».
Los habitantes de la aldea donde nació Jesús trataron de matarlo; los fariseos trataron de matarlo; su religión trató de matarlo, y su gobierno se las arregló para asesinarlo. Desde entonces, muchos emperadores romanos trataron de deshacerse del Salvador. A través de los siglos déspotas y dictadores, el comunismo, el fascismo y el socialismo han tratado de hacer desaparecer a Jesús. Filósofos, movimientos políticos, hombres educados y otras religiones han hecho lo indecible para tratar de eliminar a Cristo.
Han tratado y han fracasado, porque la verdad es que Jesús vive.
Aun cuando se hayan hecho innumerables intentos para ponerlo de vuelta en la tumba, Jesús vive.
Aun cuando se ha amenazado y ejercido una violencia increíble a sus seguidores, Jesús vive.
Aun cuando el mundo sigue sin querer oír su mensaje de perdón, fe, y salvación, Jesús vive.
Y más aún, más allá de que él lo sepa o no, el viviente Señor Jesús ama a Ryan. Por la gracia de Dios, Ryan, y todos los que sienten odio y se sienten oprimidos, pueden experimentar el amor del Señor que viene en Jesús. El amor del Salvador no puede matarse.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, te pido por Ryan y por todas las personas cuyos corazones están llenos de enojo, ira, y confusión. Envía tu Espíritu Santo y úsanos a nosotros, que conocemos tu gracia, para hacerles saber cuánto quieres darles verdadera paz. En tu nombre. Amén.
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Editado por CPTLN – Chile / MGH
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