Seis días después, Jesús se llevó aparte a Pedro, Jacobo y Juan. Los llevó a un monte alto, y allí se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes y muy blancos, como la nieve. ¡Nadie en este mundo que los lavara podría dejarlos tan blancos! Y se les aparecieron Elías y Moisés, y hablaban con Jesús. Pedro le dijo entonces a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es para nosotros estar aquí! Vamos a hacer tres cobertizos; uno para ti, otro para Moisés, y otro para Elías». Y es que no sabía qué decir, pues todos estaban espantados. En eso, vino una nube y les hizo sombra. Y desde la nube se oyó una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!». Miraron a su alrededor, pero no vieron a nadie; sólo Jesús estaba con ellos. Mientras bajaban del monte, Jesús les mandó que no dijeran a nadie nada de lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre hubiera resucitado de los muertos.
Marcos 9:2-9
¿Cuáles han sido los momentos más importantes de tu vida: tu graduación de la escuela secundaria o la universidad, tu matrimonio, tu primer hijo, tu último ascenso? Estos son momentos cruciales en nuestras vidas, ¿no es así? Después de que ocurren, todo lo demás es un poco diferente, a veces muy diferente.
Cuán convincente debe haber sido la transfiguración de Jesús para Pedro, Santiago y Juan. Justo antes de presenciar este espectáculo en la cima de la montaña, habían visto a Jesús en acción: alimentando a 4.000 personas con algunas hogazas de pan y pescado; sanando a un sordo y a un ciego; y diciéndoles a sus discípulos que iba a sufrir mucho a manos de los ancianos judíos, los principales sacerdotes y los escribas.
Fue el anuncio de Jesús de que lo iban a matar lo que no le sentó bien a Pedro. Después de todo, no mucho antes de esto, Pedro le había dicho a Jesús que creía que él era «el Cristo» del pueblo judío. Ahora, al enterarse del sufrimiento y la muerte pendientes de Jesús a manos de los judíos, Pedro se llevó a Jesús a un lado y le dijo unas palabras duras. Pero Jesús le dejó en claro que estaba perdiendo de vista el panorama general.
Pero me imagino que ver la transfiguración de Jesús aclararía muchas cosas para Pedro y los otros dos discípulos. Ese Hombre a quien siguieron y en quien creyeron, que silenció las tormentas y condenó la hipocresía, que sanó, sirvió y amó, ese Hombre fue confirmado como real y verdadero y digno de ser adorado por Dios el Padre: «Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!».
Sin duda este fue un evento histórico en la vida de esos tres discípulos, aclarando y afirmando quién era Jesús y cómo había sido enviado por el Padre.
Dios también nos aclara las cosas a nosotros en estos tiempos turbulentos cuando leemos su Palabra, a través de las aguas del Bautismo y en la celebración bendita de la Sagrada Comunión. Él viene a recordarnos, como anunció a Pedro, Santiago y Juan: «Este es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!».
ORACIÓN: Padre Celestial, enséñanos a escuchar siempre a tu Hijo, nuestro Señor y Salvador, en cuyo nombre oramos. Amén.
Paul Schreiber
Para reflexionar:
1.- ¿Por qué crees que Jesús eligió sólo a Pedro, Santiago y Juan para presenciar su transfiguración?
2.- ¿Crees que sea posible no creer en Jesús y en sus enseñanzas después de ver su transfiguración?
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