Porque a su debido tiempo, cuando aún éramos débiles, Cristo murió por los pecadores. Es difícil que alguien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios muestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Con mucha más razón, ahora que ya hemos sido justificados en su sangre, seremos salvados del castigo por medio de él. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, mucho más ahora, que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.
Romanos 5:6-11
En la escuela secundaria tenía muchos amigos que eran cristianos no confesionales y que a menudo vivían en lo que podrían llamar de «puerta giratoria». Lo que quiero decir es esto: por la mañana estaban felices porque Jesús los había salvado de sus pecados a través de su muerte y resurrección. Pero cuando durante el día cometían algún pecado, como todos lo hacemos a diario, se preocupaban pensando: «¿Seré realmente creyente? ¿O acaso esto que acabo de hacer demuestra que en realidad soy un hipócrita, que mi fe es falsa, que no estoy realmente perdonado y que Dios probablemente todavía está enojado conmigo?». Y todo terminaba en lágrimas. No podían salir de la puerta giratoria de la culpa y la incertidumbre.
Por supuesto que hay un millón de cosas que están mal con ese diálogo interno, y no tenemos tiempo para analizarlo todo. Pero en nuestra lectura de hoy, Pablo se enfoca en uno solo, que tiene que ver con la actitud de Dios hacia nosotros. Pablo dice: «Dios muestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros». Ese es nuestro punto de partida: no que nosotros hemos hecho algo, sino que Dios nos amó y Jesús murió para liberarnos de la vergüenza y la culpa.
Pero hay más. ¿Qué sucede cuando pecamos nuevamente, cuando caemos en la tentación de la lujuria, el chisme, el odio o los celos? ¿Acaso invalidamos todo? No. Pablo dice: «…ahora que ya hemos sido justificados en su sangre…». Observe que «ahora que ya hemos sido justificados» está en el tiempo verbal perfecto. Eso es lo que usamos para las situaciones en las que algo ha sucedido (justificación) y tiene un efecto continuo.
Nuestros pecados diarios no nos justifican. No, como dice Pablo: «…seremos salvados del castigo por medio de él [Jesús]. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, mucho más ahora, que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida».
Jesús vive para siempre, para nunca volver a morir, y esa es nuestra salvación continua. Es por eso que nunca debemos preocuparnos por la actitud de Dios hacia nosotros, incluso después de haber tenido un día absolutamente horrible, incluso cuando no podemos soportarnos. Lo que Jesús hizo en la cruz y la tumba vacía está hecho y permanece hecho. Nada puede arrebatarnos de sus manos. La vida de Jesús es eterna, y también lo es el amor y el perdón de Dios por nosotros.
ORACIÓN: Señor, ayúdame a descansar en tu inmutable amor y bondad hacia mí. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Qué haces cuando tienes un día absolutamente horrible por alguna razón?
2.- ¿Alguna vez te preocupas por tu fe o salvación? ¿Qué te ayuda en esos momentos?
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